Kimberly Cook, de Aleteia, habla con Johnson sobre su camino de fe y sobre cómo él y su mujer Abby, antigua directora de un centro abortivo de Planned Parenthood, se convirtieron en defensores de la vida
Doug Johnson es un padre amo de casa y marido de la activista y oradora provida Abby Johnson, de Estados Unidos. Ha sido interpretado en la pantalla por el actor Brooks Ryan en la recientemente estrenada película Unplanned, que narra el viaje de Abby desde su escalada por los rangos de Planned Parenthood hasta la defensa de la vida del no nato. Juntos, Doug y Abby tienen ocho hijos.
Doug se tituló en la Universidad Sam Houston en 2006 con un grado en Kinesiología y el plan de trabajar en un gimnasio, pero su camino terminó llevándolo a la enseñanza. Después de enseñar en un instituto de educación especial durante cinco años, los Johnson se mudaron a la zona de Austin y decidieron que convenía que Doug se quedara en casa con su hija, Grace. Por aquel entonces, dada la carrera de Abby en la clínica de abortos Planned Parenthood, ella no quería más hijos y utilizaba un DIU como método de prevención del embarazo desde el nacimiento de Grace. ¡No tenían ni idea de lo completamente diferentes que serían sus vidas en unos pocos años!
Doug y Abby se unieron a la Iglesia católica en la Pascua de 2012. En los últimos años, han dado la bienvenida a cuatro chicos más a su familia. Doug se abre a Aleteia sobre su labor como amo de casa y la crianza de los hijos y cómo ha tenido que redefinir su papel como pilar y cabeza de familia. También comparte ideas personales en su blog “Doug on Tap.”
A continuación puedes leer nuestra entrevista con Doug Johnson:
Kimberly Cook: Doug, en tu blog “Doug on Tap”, donde compartes tus experiencias e ideas sobre la vida como padre amo de casa con (casi) 8 hijos y como marido de la activista provida y antigua directora de Planned Parenthood Abby Johnson. ¿Puedes explicar tu papel como amo de casa, algo para lo que muchos hombres se apresurarían a declararse incapaces? ¿Cómo ha puesto a prueba o fortalecido tu confianza como sostén familiar y cabeza de familia?
Doug Johnson: Al principio fue difícil, porque tuve que redefinir mi papel en la contribución a la familia. Me criaron para creer que los hombres sostienen a su familia saliendo de casa y trayendo el pan. Tenías que tener una nómina y estar dispuesto a trabajar duro. Cuando tuvimos a nuestra primera hija, Grace, en cierto momento llegué a tener tres trabajos, así que no temo el trabajo duro. Cuando empecé mi época de papá amo de casa, no sabía muy bien qué hacer conmigo mismo. Solamente teníamos una hija por entonces. (¡Ni se me pasaba por la cabeza que terminaríamos adelantando a todos nuestros conocidos al pasar de una familia de tres a una de nueve en seis años!). Me enredé en más ocio y diversión del conveniente y no ofrecí a mi familia lo que necesitaba, es decir, un hogar estable, disciplina, comidas y hacer de la casa un lugar que Abby pudiera llamar hogar, con la tranquilidad de saber que, mientras ella trabajaba, todo estaba bajo control. A Abby y a mí nos hicieron falta unos pocos años para establecer las expectativas entre nuestras funciones, y que yo redefiniera lo que significaba para mí mi contribución a la familia. No se trataba de traer dinero a casa. Se trataba de mostrar a mis hijos lo que significa servir a los demás sirviéndoles a ellos. Es una situación que se ha desarrollado con el tiempo y ahora solo busco la alegría que puede aportar cada día.
“Nos hicieron falta unos pocos años para establecer las expectativas y que yo redefiniera lo que significaba para mí mi contribución a la familia. No se trataba de traer dinero a casa. Se trataba de mostrar a mis hijos lo que significa servir a los demás sirviéndoles a ellos”.
KC: Asististe a un instituto cristiano y en tu último año dedicasteis seis semanas a la cuestión del aborto, incluso visteis el célebre documental provida El grito silencioso. Al graduarte, te considerabas “muy provida”. Ahora avanzamos a tu amistad con Abby. Lo que la mayoría no sabe es que lo cierto es que tú fuiste un invitado en su primera boda, un matrimonio durante el cual se produjeron sus dos abortos. El segundo aborto con la píldora RU-486 le causó hemorragias y una grave pérdida de sangre. Afirmaste que probablemente tú fuiste el único amigo en que ella pudo apoyarse y el único que sabía sobre el aborto. Describe la escena en que llegaste a su apartamento a medianoche y cómo las convicciones provida de tu pasado se enfrentaron a la realidad.
DJ: No sé de qué manera lo afrontaron mis convicciones porque yo estaba concentrado en cuidar de una de mis mejores amigas, que estaba justo delante de mí y merecía dignidad y respeto y alguien que la cuidara. Cuando llegué a su apartamento, la encontré en la cama blanca como un fantasma por la pérdida de sangre. Me dijo lo que había sucedido y fui al cuarto de baño. Aunque había hecho un trabajo bastante bueno limpiando, era como la escena de un crimen de la serie CSI. Había salpicaduras de sangre en los rodapiés y todavía no había vaciado el agua de la bañera. Había sangre alrededor del retrete donde había estado sentada. Siempre me he sentido horrible por aquella noche y por el hecho de que yo estaba fuera con unos amigos que hacía mucho que no veía y no respondí tan rápido a las insinuaciones de necesidad de atención de Abby. Ojalá ella hubiera sido un poco más directa sobre lo que estaba sucediendo. Durante unos meses después de aquello no fue la misma Abby. Sin duda aquello la cambió. Todavía lidiaba con el dolor y con coágulos pasajeros. Llamó a Planned Parenthood y le recomendaron un paño caliente e ibuprofeno.
KC: Viendo la película Unplanned, desde los ojos de alguien que ya está convencida del derecho a la vida de los no natos y de los horrores de Planned Parenthood, encontré que lo que más me desconcertaba eran las diferencias en vuestros principios éticos fundamentales como pareja casada. ¿Cómo fuiste (como la parte provida) capaz de aceptar que el aborto pagara vuestro salario familiar, además de los episodios en que vuestra hija pequeña era expuesta a juguetes sexuales dentro de Planned Parenthood y se percataba de la sangre en los zapatos de su madre después del trabajo? ¿Cómo lograsteis permanecer espiritualmente unidos Abby y tú a través de todo eso?
DJ: Cuando Abby y yo empezamos a salir, yo estaba en lo más bajo de mi camino cristiano. No quería ir a la iglesia. En parte era porque sabía dónde trabajaba Abby y lo que implicaba y lo que la iglesia pensaba de eso. No me sentía cómodo y Abby tampoco. Muchos de los feligreses que conocíamos intentaron convencer a Abby para que dejara de trabajar en Planned Parenthood y, en el fondo, yo esperaba que tuvieran más éxito que yo porque, viniendo de mí, intentar convencer a Abby para dejar Planned Parenthood era como cuando un cónyuge le dice al otro cómo tiene que perder peso… nunca sale bien. Había mucho de “seguir la corriente para llevarnos bien”. Teníamos discusiones y, de vez en cuando, yo lograba transmitir mi opinión al respecto. Pero ella también llegaba a casa con el ideario de Planned Parenthood, que era muy efectivo y a veces me hacía pensar que podría apoyar su misión para reducir el aborto. Al llegar a casa nunca me hablaba de los abortos por conveniencia, sino que eran siempre las historias duras de las de llorar. No sé si se me pasó por la cabeza que el salario de Abby lo pagaban los abortos. Quizás decidí ignorarlo porque teníamos facturas que pagar y pensaba en el mantenimiento de la familia más que en de dónde venía el dinero. Abby pensaba de verdad que era una defensora de las mujeres y pensaba que estaba facilitando la excepcionalidad del aborto. Nunca le incomodó la forma en que se ganaba la vida, hasta que un día llegó a casa y dijo que su clínica acababa de ganar 25.000 dólares en un día… solamente con abortos. Aquello me asqueó. No me gustaba el movimiento provida porque habíamos recibido amenazas de muerte, pero tampoco me gustaba el aborto. Creo que también empezó a asquear a Abby, porque comenzaba a entender de verdad el asunto. Ella intentaba ser un buen soldado en Planned Parenthood y, al mismo tiempo, rectificar aquello con la verdad. Hubo momentos en que Abby dijo que creía que tendría que explicar a Dios lo que había hecho. La película dio en el clavo con la parte en que Grace vio la sangre en los zapatos de Abby yo respondí diciendo: “¿Estás contenta contigo misma?”. Su rostro (el del personaje de Brooks Ryan) expresa exactamente lo que sentía yo. También estuvo la vez en que Grace estaba en el trabajo con Abby y tenía un juguete sexual en la mano. No podía creer que a Abby le pareciera bien exponer a Grace a aquello. Por aquel entonces, Abby y yo fuimos también a una charla de un pastor pro-elección sobre el apoyo al aborto. Recuerdo que dijo que la vida empieza cuando la madre dice “Te quiero y voy a tenerte”. Me pregunté si pensaba que era una especie de truco de magia, pero Abby se aferró a aquello porque el que defendía el aborto era un pastor y un hombre de Dios.
KC: Abby explica que, al principio, sentía que “una y no más” después del parto de la pequeña Grace. Pasaron cinco años hasta que llegó vuestro segundo bebé y luego llegaron seis más. ¿Qué cambió en vuestros corazones para querer recibir tantos hijos en vuestra familia y cómo respondes a los que critican vuestras decisiones en esta cuestión?
DJ: Mi número siempre fue cinco. El número de Abby siempre fue uno. Si me preguntaras lo que quería ser de mayor cuando era joven, siempre pensé que podría hacer cualquier trabajo, pero lo que tenía claro es que quería ser padre y marido. Cuando Abby empezó a trabajar en Planned Parenthood, me di cuenta de que su carrera iba a despegar y que quizás con uno era suficiente. Ya me sentía bendecido y afortunado por criar a uno. Al menos podía ser padre. El divorcio nunca fue una opción, nosotros siempre tuvimos la actitud de “hacer que funcione”. En cuanto te enamoras de alguien, ya pasas el punto de los factores excluyentes, simplemente haces que funcione. Una vez dejó Planned Parenthood y nos abrimos paso en la Iglesia católica, la doctrina de la Iglesia sobre la contracepción nos impresionó y abrió los ojos. El descubrir toda la escritura que la apoyaba y las historias que cuentan nuestros cuerpos… caminamos por la vida con estos milagros que damos por sentado. Abby todavía tenía su DIU por entonces y no estaba lista para retirárselo. Un día, en misa, estaba mirando alrededor a todos los bebés y dijo que quería quitarse el DIU. Los médicos no dejaban de preguntarle que por qué quería quitárselo. Nosotros queríamos aumentar nuestra familia de inmediato, pero pasamos por dos años de infertilidad debido a los estragos que el DIU había causado en su cuerpo, que lo dejó totalmente desincronizado. Nuestra fertilidad es el único sistema de nuestro cuerpo que no “queremos” que funcione a la perfección. Es como decir “Mi corazón late demasiado bien”. Después de tener a nuestro segundo hijo, Abby decidió convertirse en profesora de planificación familiar natural.
KC: ¿Qué voz legítima tienen los hombres en la oposición al aborto y para esas mujeres que deciden trabajar en las clínicas? ¿Dónde están los hombres en la ecuación “mi cuerpo, mi decisión”?
DJ: No abortas tu propio cuerpo. Es un problema de derechos humanos. Las mujeres son las únicas que abortan. Los hombres no abortan. Las mujeres deberían estar en la primera línea cambiando la narrativa. El aborto dice que ser madre es difícil y que no eres lo bastante fuerte. Las mujeres tienen que decir que no necesitan el aborto para empoderarse, para tener carreras profesionales, para ser madres y tener control sobre su destino, incluso cuando viene una sorpresa. Son lo bastante fuertes como para afrontarlo. En cuanto a los hombres, lo que tenemos que hacer es empezar a formar a la próxima generación de hombres para que dé un paso al frente. Tenemos que decir a los hombres que deberían ser un apoyo, una buena compañía, y hacer sentir a las mujeres que no necesitan un aborto porque siempre tendrán el sistema de apoyo que necesitan de ellos. Incluso los padres: si mi hija entrara en una relación abusiva y se encontrara en una crisis de embarazo, se mudaría con nosotros y cuidaríamos de ella y la ayudaríamos con la situación, fuera cual fuera. Así se vive el Evangelio, dando ejemplo, mostrando el camino a las personas y, como hombres, estando en la verja de la clínica abortiva rezando. Muchas mujeres en la clínica esperan que el hombre cambie de opinión y se comprometa a apoyarlas.
KC: Tu familia se unió a la Iglesia católica en la Pascua de 2012. ¿Qué os trajo al catolicismo y qué opinión tenéis del arrepentimiento? ¿Cómo habéis afrontado la culpa con Abby y encontrado libertad?
DJ: Para Abby, el hablar con otros que han pasado por lo mismo (abortos/industria abortiva) le resultó útil para sanar. Ambos caminábamos con la carga de una apabullante culpa. Yo también era cómplice. Yo la apoyé en su trabajo en Planned Parenthood y pagamos nuestras facturas con ese dinero, aceptando nuestro estilo de vida sin cuestionarlo demasiado. En ese mundo hay muchos caminos que recorres y que van en contra de cómo te criaron. Con la entrada en la Iglesia, lo que estábamos impacientes por recibir era la Eucaristía. Lo que más temíamos era la primera confesión. Lo hermoso que tiene la primera confesión como adulto es que el Espíritu Santo está ahí para recordarte que ya no tienes que seguir cargando con tus pecados. Puede depositarlos a los pies de Cristo.
La primera confesión era algo enorme tanto para Abby como para mí, pero más para Abby. Fuimos a un servicio de penitencia en Pascua con largas colas y seis sacerdotes. Abby se sentó, miró al sacerdote y directamente empezó a llorar. No sé cuántos pañuelos gastó. Fue divertido también porque yo fui justo después de ella y le dije al pobre sacerdote que yo era su marido. Al criarme protestante, solía ir a campamentos de la iglesia y los niños solían “rebautizarse” y “resalvarse”, y ahora pienso, “si hubieran tenido la confesión… Si hubieran tenido ese momento para restablecer su relación con Cristo”. La confesión fue un punto de inflexión para nosotros. Aún te queda lamentar la pérdida de los niños que abortaste, pero no puedes mortificarte. Algunos retiros posaborto enseñan a las mujeres a llorar durante el resto de su vida. Abby tuvo que sanar en público, delante de la cámara, y su historia es muy diferente a la de las demás. De aquello Abby aprendió a ayudar a los demás, a hombres y mujeres, a seguir adelante con sus vidas y recibir una curación apropiada. A veces, el movimiento provida se apresura a hacer de estas personas trofeos en los banquetes, pero no todas las personas fueron hechas como Abby. Abby nació para esto.
“Con la entrada en la Iglesia, lo que estábamos impacientes por recibir era la Eucaristía. Lo que más temíamos era la primera confesión”.
KC: ¿Qué deseas para tus propias hijas y qué mensaje tienes para las mujeres sin una sólida figura paternal, quizás incluso para aquellas heridas directamente por el aborto?
DJ: Nuestra hija Grace ahora tiene 12 años y quiere ser una oradora provida. Abby y yo alquilamos un cine para que la escuela de Grace viera Unplanned y Grace hizo un trabajo estupendo presentando la película. La escena del aborto guiado por ultrasonidos hizo llorar a Grace al instante y le cubrimos los ojos. Sin embargo, la escena que de verdad hirió sus sentimientos fue cuando Abby queda embarazada de Grace en la película y va al cuarto de baño y su jefa le dice “Sabes que podemos encargarnos de eso por ti”. No esperaba que aquello afectara a Grace tan profundamente. Abby estaba impaciente por superar el límite de 16 semanas en su embarazo, porque se sintió enormemente aliviada por que terminaran las bromas y el acoso.
A las mujeres sin una figura paternal sólida les diría que buscaran mujeres que sí tuvieron la sólida figura de un padre para que sean sus mentoras. Una mujer que sabe por lo que estás pasando pero que tuvo el ejemplo de un hombre fuerte en su educación. También tenéis ejemplos en los santos y, sobre todo, en san José: por cómo cuidó de María, cómo dijo “sí”. Se dice poco de él en la Biblia, pero lo que se dice es muy poderoso. Él aceptó criar a Jesús y enseñarle el camino como padre. A esas mujeres que no han tenido ese ejemplo en su juventud, buscad una mentora y buscad en los hombres cualidades que sean lo contrario a las que tuvisteis como ejemplo. No es malo que un hombre te abra la puerta o te ofrezca la silla para sentarte, solo intenta cuidar de ti y mostrarte respeto. No está diciendo que seas débil o que no puedas hacerlo tú misma. Solo dice “Te quiero tanto que quiero hacer todo lo que pueda por ti”. A él lo crió un cierto tipo de hombre. Busca ciertas cualidades y ten claro lo que quieres para criar a una familia en el futuro.
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