La indiferencia se instala a menudo en la pareja de manera progresiva pero implacable. Para evitar llegar a ello, hay que seguir esta regla: mostrar siempre al cónyuge hasta qué punto es valioso.
Sin duda habrás notado que cuando haces saber a tu cónyuge lo importante que es para ti en seguida vuestra relación cambia. Una palabra amable, un gracias, una sonrisa, incluso un beso u otro gesto de ternura. Esta actitud de escucha atenta y de mirada amante es una regla en el matrimonio de Pierre y Marie después de una gran crisis que por poco se lleva por delante su vida de pareja.
Cuando el aislamiento conduce a la indiferencia
Él dirige una empresa, ella es auditora con clientes dispersos geográficamente. Tienen tres niños que criar y educar y hasta ahora habían vivido en su propia burbuja de ocupaciones, intentando asumir solos los problemas. Con buena intención pretendían no molestar al otro con «sus temas» pero esta actitud, estas preocupaciones no confesadas, podrían minaron su relación. Entonces, decidieron buscar ayuda, viendo que su pareja iba a la deriva.
El aislamiento en el cual se había encerrado cada uno les estaba volviendo, poco a poco, casi indiferentes hacia el otro. Al buscar mayor contacto, tanto para compartir sus vivencias personales como para incrementar su intimidad amorosa, pudieron tejer de nuevo estrechos y calurosos lazos que aligeraban la carga tan pesada de sus responsabilidades recíprocas y conjuntas.
Estar presente para el otro en los detalles
La cuestión no está en resolver los problemas del otro, sino en ofrecerle un apoyo. Que la pareja sepa que estás ahí, que la amas y que puede contar contigo. A menudo, el hecho de sentir la cercanía del cónyuge, con una presencia amante y bondadosa, ayudará a pasar el bache del difícil momento.
Volver la atención hacia la esposa, hacia el esposo, en vez de ignorarse o incluso distanciarse, establece y mantiene el vínculo afectivo, conserva la relación amorosa. Y cada gesto hacia el otro, como la cosecha en otoño, colma el cesto que permitirá afrontar eventualmente la mala estación de los periodos difíciles.
Por otra parte, estar presente el uno por el otro en los detalles, por humildes que sean, de la vida cotidiana, ancla sólidamente la relación y cimienta el amor para el futuro.
Denis Sonet, Edifa - Aleteia
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