En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra.
Comentario
“Fue a vender todo lo que tenía y la compró” (Mt 13, 46)
Nuestro Señor Jesucristo ha insistido frecuente y enérgicamente: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mt 16,24). (…) Afirmaba: “Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme” (Mt 19,21). |
Para los que saben comprender, la parábola del negociante quiere decir lo mismo: “El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró” (Mt 13,45-46). La perla preciosa designa aquí al Reino de los cielos. El Señor nos muestra que es imposible obtenerla si no abandonamos lo que poseemos: riqueza, gloria, nobleza de nacimiento y todo lo que otros buscan ávidamente. |
El Señor también declaró que es imposible ocuparse convenientemente de lo que se realiza, cuando el espíritu es solicitado por otras cosas: “Nadie puede servir a dos señores” (Mt 6,24). Por eso, “el tesoro que está en el cielo” es el único que tenemos que elegir para apegar nuestro corazón: “Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón” (Mt 6,20). (…) Se trata de llevar nuestro corazón a la vida del cielo, con el fin de poder decir “nosotros somos ciudadanos del cielo” (cf. Flp 3,20). Sobre todo, es devenir semejantes a Cristo, “que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros” (cf. 2 Cor 8,9). |
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