Heidi con su esposo
La matanza de niños Down llega al Tribunal Supremo británico gracias a la perseverancia de una joven de 24 años. Lo comenta Caterina Giojelli en
Tempi:
Heidi Crowter lo ha conseguido: después de meses de campaña y batallas
legales, el Tribunal Supremo de Inglaterra y Gales se ocupará del histórico
desafío lanzado por esta joven contra la matanza de discapacitados autorizada
por la ley británica a través del aborto hasta el momento de nacer.
Tempi ya les había contado la historia de Crowter, la joven activista de 25 años
con síndrome de Down: ha sido gracias a ella si la Asamblea de Irlanda del
Norte aprobó en junio una moción para rechazar la legalización del aborto, solapadamente impuesta al país por el gobierno británico durante la
parálisis institucional. Crowter consiguió entonces compactar el frente en favor
de la vida y la Iglesia, empujando a los diputados, a los que les había dirigido
una conmovedora carta, a tomar una postura clara frente a Westminster.
«Según la ley, yo no debería existir»
El desafío pasa ahora al Tribunal Supremo inglés, donde se ha acogido la
petición de volver a estudiar judicialmente la ley vigente, según la cual se
permite a los padres interrumpir el embarazo en cualquier momento
cuando el feto presenta una trisomía. «La ley actual es injusta. Me hace
sentir como si yo no tuviera que existir, como si hubiera debido morir. La
política dice, fundamentalmente, que es normal que un niño con síndrome
de Down sea asesinado incluso en el momento anterior a su nacimiento. Esta
es, para mí, una cuestión de enorme importancia, porque yo tengo síndrome
de Down, sé lo qué significa tenerlo; también mi marido lo tiene».
Ahora le tocará al gobierno demostrar que matar a niños con síndrome de
Down no es discriminación.
En el Reino Unido, el aborto es legal hasta la semana 24, salvo cuando seguir
con el embarazo es peligroso para la salud física o mental de la madre, o en los
casos en los que el niño «sufre de anomalías físicas o mentales, o tiene una discapacidad grave». Según Máire Lea-Wilson, madre de un bebé de 16 meses
con síndrome de Down, que ha presentado la petición al Tribunal Supremo junto
a Crowter, la discriminación es clara y la ley es obsoleta: «Vivimos en una
sociedad que proclama dar importancia a las personas con discapacidad y que,
de la equidad y la igualdad, ha hecho una bandera». Y sin embargo, cuando con mucho retraso, en la semana 34ª de gestación, a su Aiden le diagnosticaron
trisomía 21, le ofrecieron tres veces la posibilidad de abortarlo.
Aiden, que debía ser un infierno
Aiden nació dos semanas después y «durante ese periodo de gran
vulnerabilidad, lo único que me repitieron es que mi hijo no sería capaz
de vivir de manera independiente, tal vez ni siquiera sería capaz de caminar
o hablar, estaría sometido a continuas operaciones quirúrgicas para corregir
sus problemas intestinales y los probables defectos cardíacos congénitos,
que tenía una probabilidad muy alta de morir en el útero y que nuestra vida,
con él, sería un calvario».
Lea-Wilson no sabía mucho sobre el síndrome de Down, pero esta continuas peticiones de que se sometiera a un aborto le habían hecho pensar en una enfermedad infernal. En cambio, «Aiden es una delicia», la mujer está
agradecida por su existencia y está feliz de que haya nacido. Lo que la
asusta no es el síndrome de Down, sino la ley británica escrita para
suprimir científicamente a los niños como el suyo. Según el abogado
de ambas mujeres, el proceso podría empezar a principios de 2021.
Traducido por Elena Faccia Serrano
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