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domingo, 18 de octubre de 2020

¿Qué es la Oración




“Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría” (Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscrit C, 25r).

 “La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (San Juan Damasceno, Expositio fidei, 68).

 Y para san Agustín, la oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él. 

Y el Catecismo dice en el número 2564: “La oración cristiana es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo. Es acción de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en unión con la voluntad humana del Hijo de Dios hecho hombre”. ¿A qué vamos a la oración? A alabar y adorar a Dios, a darle gracias, a pedirle perdón e implorarle por nuestras necesidades. 

¿Cómo debemos rezar? Con sencillez y humildad, con atención y confianza, con perseverancia.

 ¿Qué obstáculos encontramos en nuestro día a día para rezar bien? El miedo al silencio, a la soledad y a encontrarnos con nosotros mismos, las distracciones, el pensar sólo en las cosas materiales, el peso de nuestros pecados, la tibieza y la mundanidad, de la que tanto habla el papa Francisco. 

¿Y los frutos de la oración? Frutos tanto individuales como para la comunidad. Estos frutos son lo que nos permiten decir que la oración no es algo puramente psicológico, porque tiene consecuencias. Si permanecemos fieles a la oración, poco a poco nos volvemos más apacibles, más delicados, más atentos a los demás: comunicamos la paz de Dios. Luego están los santos, que gracias a la oración han logrado hacer grandes obras de amor impensables en un principio. Gracias a la oración uno puede llegar a sentir –a percibir sensiblemente- la presencia de Dios, su ternura y su alegría. De lo que se trata es que cada vez sea menos una oración de pensamiento, de cabeza, y cada vez más una oración de corazón, que se abra a Dios, en una apertura y abandono que hace que la oración sea profunda.   

ReL


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