El sacerdote Patxi Bronchalo publica ‘Cuando el sexo te atrapa’, un libro donde ayuda a luchar contra un vicio que daña profundamente el alma
“No mucha gente habla de ello”, me dice Patxi Bronchalo. Pero es el contenido más buscado en Internet. En la época en la que vivimos -con una sociedad hipersexualizada– nos encontramos con que la pornografía está a un bolsillo de distancia, y que podemos acceder a ella en cualquier momento con dos clics.
Si buscas en Internet, te encontrarás artículos que defienden el porno e incluso los beneficios que pueden ocasionar para la salud. La masturbación es otro tema, aunque va ligado muy directamente a la pornografía. En cambio tal vez no encuentres con tanta facilidad los testimonios de personas en todo el mundo, a las que de una forma o de otra, esta industria ha dañado profundamente.
El sacerdote, escritor y youtuber, Patxi Bronchalo, se ha encontrado en el confesionario con muchas de estas personas heridas: “Es un problema que me encuentro mucho en el confesionario, por parte de hombres y mujeres”.
El mal que provoca la pornografía
Hay mucha gente que aboga por un ‘porno ético’. Pero ¿son admisibles esas dos palabras en un mismo término? “La pornografía es la exposición del cuerpo para que sea usado para la excitación sexual. Y sí, hablamos de usar. Decía San Juan Pablo II que lo contrario a amar es usar. Esto se dice muchas veces desde el desconocimiento”.
La pornografía “tiene muchas consecuencias físicas, psíquicas y morales. Te puede llevar a la prostitución, a la eyaculación precoz, a tener problemas de impotencia, de autoestima y otros problemas psicológicos. Te empiezas a creer una serie de mentiras…”
Y no es ninguna broma, puesto que en adicciones severas “puede haber consecuencias familiares. Puede ser motivo de crisis de pareja, familiares, consecuencias laborales, pérdida de rendimiento, faltar a las obligaciones…. Y por supuesto también consecuencias espirituales, porque te hace perder la imagen de Dios. Mucha gente pierde ese querer volver a Dios pensando que no hay salida. Viene la tristeza o los problemas de ansiedad”.
La pornografía da una imagen equivocada de la sexualidad y eso provoca que se esté educando a “que esto es la sexualidad y da una falsa imagen de lo que es el sexo, de quién es el hombre y de quién es la mujer. Es una gran mentira, aunque quieran llamarlo ético”, explica Bronchalo.
Pero a pesar de todo lo que puede hacer esta industria en nuestras vidas, Patxi quiere dar un mensaje de esperanza. “El 100% de los jóvenes que tienen este problema no lo tienen porque hayan entrado culpablemente, sino porque en la adolescencia han caído en sus manos imágenes, vídeos… Y en un segundo momento uno descubre que está enganchado y que no lo puede dejar. Cuando viene una persona con este problema siempre hay que acogerlo. Esta lucha puede ser larga porque toca las heridas afectivas, los vicios son difíciles de quitar, genera mucha culpa y vergüenza… pero no hay que desanimarse”.
El porno como pecado
Existe un segundo plano en esta materia. Ya no se trata solo del mal objetivo que me hace el consumo de estos vídeos o imágenes. Para los que tenemos fe, el porno es un pecado. Pero… ¿cuánto?
“En una persona joven que está enganchada hay muchos atenuantes. Atenuantes, por ejemplo, por la pérdida de libertad -así es como lo dice el catecismo-. La falta de libertad hace que esté atenuada la culpa. Hay pecados más peligrosos como el orgullo, la soberbia o la superficialidad que nos impide ver el daño que nos está haciendo. Hay obstáculos que nos impiden ver la realidad y por eso hay que tratarlo como una herida”.
Se podrían enumerar motivos para desacreditar la pornografía y no pararíamos. Personas de diferentes ámbitos, ideologías y condiciones sociales se muestran muy en contra de esta industria. Por no mencionar, precisamente que es una industria. Un negocio que mueve mucho dinero y donde es fácil que se crucen muchas líneas éticas. Creo que no es necesario convencer a nadie que lea estas líneas. Pero tú que estás al otro lado y que quieres dejarlo. Y que no puedes. ¿Qué es lo que sí que puedes hacer?
Patxi Bronchalo lo cuenta en su nuevo libro ‘Cuando el sexo te atrapa’: “Aconsejo tener un amigo con el que poder hablar de esto. Poder rendir cuentas de alguna forma, que pueda bloquear los dispositivos por ejemplo. Hay una parte de ayuda espiritual. Es muy bueno que no se pierda la imagen de Dios, y está bien poder pedir perdón, seguir comulgando… y en casos más severos acudir a un psicólogo. Hay grupos de terapia más grupal y específicos incluso para poderse acompañar. Eso sí, toda salida pasa por reconocer el problema y pedir ayuda”.
Patxi termina con un mensaje claro, contundente y que puede ser lo más importante a la hora de acometer este problema: “Dios no deja de quererte. Dios no te quiere por fuerte, si no por débil. No va a dejar de quererte nunca. No hagas esta lucha solo, pide ayuda a alguien de tu familia, a algún amigo o a algún sacerdote. Pero si conoces a una persona adecuada para esto, eso te libera y es sanador”.
Javier González García, Aleteia
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