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sábado, 3 de octubre de 2020

Evangelio del día

  

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 ChristianArt 
 
Lucas 10,17,24 Vi a Satán caer como un rayo del cielo 
 
 
Vi a Satanás caer como un rayo del cielo, Fotografía de Md Asif C, Ejecutado en 2017,
Diseño Gráfico Digital © DeviantArt Graphic Design

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron con alegría diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Jesús les dijo: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo». En aquella hora, se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

Comentario


Bulle

San John Henry Newman (1801-1890)
teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra
Meditaciones y Devociones : Part III, 2, 2 « Our Lord refuses sympathy »


«Muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros»

El compartir profundamente los sentimientos se puede ser llamar una ley eterna, porque ello viene significado, o más bien se cumple y de manera primordial, en el amor mutuo e indecible de la Trinidad. Dios, infinitamente uno, siempre ha sido tres. Desde siempre, se goza en su Hijo y en su Espíritu, y ellos en él... Cuando el Hijo tomó carne, vivió durante treinta años con María y José, formando así una imagen de la Trinidad en la tierra...
Pero convenía que aquél que debía ser el verdadero Sumo Sacerdote y ejercer su ministerio para toda la raza humana estuviera libre de los lazos de unos sentimientos. Así, en otro tiempo, se dijo que Melquisedec no tenía ni padre ni madre (Heb 7,3)... Dejar a su madre, tal como Jesús lo da a entender en Caná (Jn 2,4), es pues el primer paso solemne para llevar a término la salvación del mundo... Jesús renunció no sólo a María y a José, sino también a sus amigos secretos. Cuando llegó su tiempo, él debió de renunciar a ellos.
Pero podemos muy bien suponer que Jesús estaba en comunión con los santos patriarcas que habían preparado y profetizado su venida. En una ocasión solemne se le vio conversar con Moisés y Elías sobre su Pasión. ¡Qué campo inmenso de pensamiento se nos abre sobre la persona de Jesús de quien sabemos tan poca cosa! Cuando pasaba noches enteras en oración... ¿quién mejor que ellos podían sostener al Señor y darle fuerzas sino la «admirable fórmula» de los profetas de quienes él era modelo y cumplimiento? Así podía conversar con Abrahán «que había visto su día» (Jn 8, 56), y con Moisés..., o con David y Jeremías, que lo habían prefigurado de manera eminente, o con aquellos que más habían hablado de él, como Isaías y Daniel. Allí encontraba él un fondo de gran simpatía. Cuando subió a Jerusalén para padecer, todos los santos sacerdotes de la antigua alianza debieron ir a su encuentro, precisamente ellos que habían ofrecido sacrificios prefigurando el suyo.  (EDD)






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