Carta I de San Pablo a los Corintios 2,1-5.
Hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría. |
Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado. |
Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante. |
Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu, |
para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. |
Salmo 119(118),97.98.99.100.
¡Cuánto amo tu Ley! |
todo el día la medito! |
Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, |
porque siempre me acompañan. |
Soy más prudente que todos mis maestros, |
porque siempre medito tus prescripciones. |
Soy más inteligente que los ancianos, |
porque observo tus preceptos. |
Yo aparto mis pies del mal camino, |
para cumplir tu palabra. |
No me separo de tus juicios, |
porque eres tú el que me enseñas. |
Evangelio según San Lucas 4,16-30.
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. |
Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: |
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos |
y proclamar un año de gracia del Señor. |
Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. |
Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". |
Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es este el hijo de José?". |
Pero él les respondió: "Sin duda ustedes me citarán el refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo'. Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún". |
Después agregó: "Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. |
Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. |
Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón. |
También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio". |
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron |
y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. |
Pero Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino. |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Buenaventura (1221-1274) |
«¿No es éste el hijo de José?»
Me parece que han llegado al más alto grado los que, de todo corazón y sin fingimiento, los que se han dominado suficientemente para no buscar otra cosa que ser despreciados, no ser tenidos en cuenta para nada y vivir en el anonadamiento... Vosotros, mientras no hayáis llegado hasta aquí, pensad que no habéis hecho nada. En efecto, puesto que verdaderamente todos nosotros somos “servidores inútiles”, según la palabra del Señor (Lc 17,10), y eso aunque hagamos bien todas las cosas, mientras no lleguemos a este grado de anonadamiento, no estaremos en la verdad, sino que estaremos y caminaremos en la vanidad... |
Sabes muy bien cómo el Señor Jesús empezó por hacer antes que en enseñar. Más adelante diría: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29). Y eso quiso primero, practicarlo él realmente, sin ficción. Lo hizo de todo corazón, igual que de todo corazón y en verdad era humilde y manso. En él no había simulación (cf 2C 1,19). Se adentró tan profundamente en la humildad y el menosprecio y la abyección, de tal manera se anonadó a los ojos de todos que, cuando se puso a predicar y anunciar las maravillas de Dios y hacer milagros y cosas admirables, no era estimado sino que se le desdeñó y se burlaban de él diciendo: “¿No es éste el hijo del carpintero?” y otras frases semejantes. Es así como se verificó la frase que después diría el apóstol Pablo: “Se anonadó a si mismo tomando la condición de esclavo” (Flp 2,7), no sólo como un servidor ordinario por la encarnación, sino la de un servidor cualquiera a través de una vida humilde y despreciable. (EDD) |
Oración
(catholic.net)
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