9. La
Máquina no arrancó
(La Misa -
requiere participación)
Un maestro
impresor de una imprenta mediana había hecho un invento. Él dijo: "He
ganado la lotería". Con su invento ahorró no sé cuanto dinero respecto al
costo de la impresión de un periódico. En adelante se necesitaría menos obreros
y se podría hacer los trabajo a menos costo que los demás periódicos. Hizo que
armaran una nueva imprenta. La fábrica que armó la nueva imprenta le ofreció
participar en una nueva producción de imprentas haciéndolo socio de la empresa.
Durante el montaje le vino la idea cómo hacer trabajar la imprenta más
silenciosamente. En fin era un éxito.
Llegó
el día cuando la nueva máquina iba comenzar a imprimir. Puesto que la imprenta
era la empresa más importante de la pequeña ciudad, vino el alcalde para la
inauguración. Él pensaba que seguramente habría mayores ingresos para la
ciudad. La prensa envió a sus reporteros. Habían invitado al párroco y al
director del colegio. En el patio se vieron varios autos. El maestro impresor
estaba muy nervioso. Cuando dio la bienvenida a los invitados, tartamudeó
varias veces. Varios de los invitados consideraban necesario hacer un discurso.
Suerte que el párroco no habló esta vez, si no la inauguración habría durado
mucho más.
Finalmente
dijo al maestro impresor: "Vamos a poner en marcha a la maquina". Se
acercó y accionó una manivela. Enseguida se escuchaba el movimiento del motor.
Se percibía el olor de la tinta. Uno de los invitados dijo algo sobre la
hermosura de la técnica. Pero no salió ni una hoja de la imprenta, menos aún
una hoja impresa. Los invitados no se dieron cuenta aun. El maestro impresor
corrió de un lado al otro. Los ayudantes no entendían nada. Todo el ajedreo era
en vano. La nueva máquina no funcionaba. Entonces dijo el aprendiz más joven:
"No han apretado el botón del alimentador de papel." Era verdad.
Alguien apretó el botón del alimentador de papel y enseguida la maquina escupió
una hoja después de otra con una velocidad infernal, una hoja mejor impresa que
la otra. El alcalde expresó su admiración. El párroco dijo: "La mejor
máquina no sirve si no se le da algo con que trabajar".
Esto vale
también de la Santa Misa. Es un "invento" del Espíritu Santo. En ella
vive y actúa el poder de Jesucristo, nuestro Señor. En ella viene Dios a
nosotros. Él nos da participación en el sacrificio de la cruz. Es el cielo en
la tierra. En ella se nos regala como en Pentecostés la septiforme gracia del
Espíritu Santo. ¡Sin embargo, sin embargo! Si nos quedamos lejos porque nos
aburre la Misa, no aprovecha nada de toda esta gloria. Cuando dormimos o
soñamos en la Santa Misa no puede soplar la tempestad de Pentecostés. Hay que
"apretar el botón": abrirse a la Misa, entrar en ella para que pueda
ejercer su poder en nosotros.
Cuando uno
deja pasar la Misa, aunque esté presente, sin rezar, sin pensar, sin cantar,
sin una palabra para su Señor y Salvador, quizás encerrado en sí mismo porque
está de pleitos con alguien, éste está presente exteriormente pero no en su
interior. Cuando uno está enfermo y tiene que renunciar a la Misa y sigue la
misa rezando y meditando, leyendo quizás en su misal, siguiendo una Misa en la
radio o la televisión, éste no está exteriormente pero lo está en lo interior.
Con corazón y boca, con alma y cuerpo presente en el sacrificio de Cristo -
este es el botón misterioso.
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