Cada pareja puede construir poco a poco, su lenguaje espiritual en común
Hay muchas formas de orar y de hacer de la vida una oración misma. La oración no remplaza la vida sino que es la toma de conciencia profunda del paso de Dios por nuestras vidas. Por eso, es la forma como una pareja puede conectarse con la gracia sacramental para que, al contemplar desde Dios el proceso de su amor, puedan:
Agradecer los dones con los cuales han sido bendecidos.
Contemplar las maravillas divinas en los sentimientos que los une, en el perdón que han podido darse, en la pasión que aún se profesan o en el rostro encantador de los hijos que Dios les ha encargado amar, cuidar y formar.
Suplicar su asistencia para aprender con Su amor a manejar los retos que la convivencia y las dificultades de la vida les presenten.
La Santísima Virgen es una excelente madrina en asuntos del corazón y por eso puede ser su intercesora favorita para presentar sus oraciones al Padre. También santos como Tomás Moro y tantos otros esposos y esposas que realizaron gozosos su camino de santidad en la defensa y vivencia del matrimonio, pueden unirse también a su lista de intercesores.
Lo ideal es que cada pareja, así como construye una forma de vivir y un lenguaje corporal o gestos propios para expresarse el amor, también construya poco a poco, su lenguaje espiritual en común. Algunas personas son muy tímidas o reservadas para compartir esta dimensión de su vida íntima.
Pero de pronto, una tomada de manos durante la elevación de la Eucaristía, o el rezo del Padre Nuestro sea una forma de participar en su vida espiritual. Quien sea más expresivo puede ser quien encabece la oración antes de comer, antes de acostarse o antes de comenzar un viaje o un aconteciendo. Esto irá creando rutinas e irá facilitando la espontaneidad espiritual de los otros miembros de la familia o de la pareja.
Lo importante es por tanto no perder oportunidad para celebrar e invocar con palabras o gestos el don divino del amor. Para amar hemos nacido, por tanto la oración por el amor debe ser la gimnasia espiritual que, ya sea en pareja o individualmente, debe mantenernos en el camino.
Dora Tobar
Artículo originalmente publicado por Por tu matrimonio
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