Estos católicos están locos. Están preparando una nación poscristiana para una nueva evangelización
El pasado otoño abrió una nueva cervería artesanal cerca de mi pueblo, en el sur de Indiana. En estos tiempos, no es un hecho inusual. Pero esta cervería abrió en los terrenos del Monasterio de las Hermanas de San Benito, en Ferdinand (Indiana), ofrece cervezas que se basan en recetas de abadías alemanas y proclama el lema “Reza. Trabaja. Fermenta”.
Un año después, la sala de degustación de la cervecería está casi siempre a rebosar. Se agotan las existencias de las cervezas de la casa al momento de ponerlas a la venta. Los clientes compran las camisetas, se beben hasta la última gota de los vasos y se llevan las jarras a sus casas. Cuando los clientes hacen esto, no solo se están llevando el logotipo de una cerveza nueva muy buena, también se llevan una versión con estilo de la Medalla de San Benito a cualquier parte del mundo.
Reza. Trabaja. Fermenta.
Recientemente, la cervecería ha ofrecido su primer retiro. Los participantes podían pasar el día aprendiendo sobre cerveza y la historia de su elaboración mientras meditaban las Sagradas Escrituras. Los cerveceros predican y difunden la espiritualidad benedictina a través de la cerveza. En festivales de cerveza, en restaurantes y en todo el mundo, las cervezas siguen su marcha, llevando San Benito y Cristo con ellas allá donde vayan.
Reza. Trabaja. Fermenta.
En un país en el que el cristianismo está asociado a un puritanismo que rehuye de toda jovialidad y mira por encima del hombro a todo aquel que se atreve a reír y sentirse alegre, St. Benedict’s Brew Works se manifiesta con cerveza católica.Algunos aficionados a la cerveza lo ven como una contradicción: ¿una cerveza que anima al rezo y al trabajo? ¿Una cruz que une amigos y fomenta la conversación y la camaradería? ¿Están locos estos católicos? Tan locos, tan enamorados de su Señor, que están dispuestos a pegar su símbolo en cualquier cosa, incluso en una deliciosahefenweiss.
Estos católicos están locos. Están preparando una nación poscristiana para una nueva evangelización, y lo están haciendo de forma que recuerda tanto las Sagradas Escrituras como la tradición. El papa Francisco nos recuerda que antes de anunciar la Buena Nueva a nuestros vecinos, necesitamos una relación. San Benito nos recuerda que, como cristianos, se nos pide que ofrezcamos hospitalidad a todos aquellos alrededor de nosotros, de la misma forma que Jesús ofreció vino a los invitados de la boda y panes y peces a las 5.000 personas.
Nuestra cultura ya no es católica, y lo que es aún peor, muchas personas ni siquiera pueden escuchar lo que decimos. Se han creído la idea de que somos personas que odian, que no somos divertidos, que somos retrógrados, que estamos enfadados y que solo queremos amasarlos y volver a hacerlos con una apariencia de yeso genérica. Antes de poder contarle a la gente que Dios se hizo hombre y que nos ama tanto que está con nosotros en forma de pan y vino, primero debemos aceptar que merece la pena conocer a la persona que está enfrente de nosotros, y que pensamos que la humanidad tiene algo que merece la pena celebrar.
Es un país muy grande, y hay muchos tipos de personas que necesitan conocer a Jesús. Algunos de ellos se convertirían en las personas más felices si su cruz se marca en un exquisito glaseado sobre un bizcocho. Pero si deseamos renovar la cultura católica, también es necesario que una cruz pueda entrar en una habitación en una jarra de cerveza y aguantar los avivados debates del bar. Allí donde haya una cerveza católica, ¿quedará muy lejos la cultura católica?
Nota aclaratoria: conozco a uno de los cerveceros en St. Benedict’s Brew Works. Es una ciudad pequeña y lleva el periódico local, así que sería más increíble si no lo conociese. Pero también soy muy exigente con la cerveza, y él es maravilloso.
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