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Comentario
Beato Columba Marmion (1858-1923) |
“Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha” (Lc 10,2)
Cristo deja a su Esposa cumplir, en los tiempos venideros, una parte de la oración que él ha recitado en el momento de ofrecer su sacrificio. Aunque su oración sea de una eficacia infinita, Nuestro Señor quiere que unamos la nuestra. Un día, nuestro divino Salvador, considerando con su divina mirada la multitud de almas a rescatar, dijo a sus apóstoles que enviaría predicar el Evangelio: “Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha” (Lc 10,2). Los apóstoles podrían haber contestado: Señor, ¿por qué nos dice de rezar? ¿Su oración no alcanza? No, ella no alcanza. “Recen” ustedes también. Cristo quiere necesitar nuestras oraciones como las de los apóstoles. (…). |
En los momentos que nos recogemos, pensemos que desde lo profundo del tabernáculo Cristo nos dice: “Préstenme sus labios y sus corazones para que pueda prolongar mi oración acá abajo, mientras en lo Alto ofrezco mis méritos al Padre. La oración primero, los obreros vendrán luego. Su obra será fecunda en la medida que mi Padre, atento a la oración de ustedes, que es la mía, hará descender sobre la tierra el rocío celeste de su gracia”. (…) |
La Iglesia, recordando el sacrificio que ha rescatado al mundo entero, se siente fuerte de la fuerza del Salvador. Con su mirada de madre recorre las diversas almas que necesitan la ayuda de lo Alto y ofrece especiales súplicas por cada una de ellas. Imitemos el ejemplo de nuestra madre y presentémonos frente a Dios con confianza, ya que es en ese momento que somos “la voz de toda la Iglesia”. (EDD) |
Oración
Señor, tú mismo nos has encargado de orar por nuevos obreros para tu mies. También ahora llama a jóvenes y a no tan jóvenes para que te sigan y para que se ofrezcan para servir en tu reino. Dales fuerza y la certeza para que sepan que tú estás con ellos. Amén
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