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martes, 8 de diciembre de 2020

Doce santos nos hablan sobre la Inmaculada Concepción de María.

 


En varias ocasiones he tratado el tema de la Inmaculada concepción de la Santísima virgen María desde una perspectiva bíblica y también patrística. Sin embargo creo es conveniente también enumerar una serie de testimonios de los santos sobre este dogma. No solo los santos padres hablaron de esta doctrina también los santos posteriores. Como sabemos los católicos en la Iglesia se cree que en la fe existe un desarrollo doctrinal, que consiste en una profundización y mejor conocimiento de la verdad revelada por Dios. Esta idea del desarrollo doctrinal ya era creida por los padres de la Iglesia, por ejemplo San Vicente Lerins dice:

Pero tal vez diga alguno: ¿Luego no habrá en la Iglesia de Cristo progreso alguno de la religión? Ciertamente existe ese progreso y muy gran progreso... Pero tiene que ser verdadero progreso en la fe, no alteración de la misma. Pues es propio del progreso que algo crezca en sí mismo, mientras lo propio de la alteración es transformar una cosa en otra» (Commonitorium 23)

La misma idea establece San Gregorio Magno: Con el correr del tiempo fue acrecentándose la ciencia de los patriarcas; pues Moisés recibió mayores ilustraciones que Abraham en la ciencia de Dios omnipotente, y Ios profetas las recibieron mayores que Moisés, y los apóstoles, a su vez, mayores que los profetas» (In Ezechíelem, lib. 2, hom. 4, 12).

Con este dogma paso similar, los padres comienzan con el paralelo Eva-María donde ya se vislumbra la semilla: una virgen incorrupta, limpia de todo pecado debe ser superior a Eva la primera de las vírgenes la que nos hizo caer en la culpa original. El siguiente paso sería ya hablar de Maria como “La toda Santa” (Panagia en griego) expresión usada por varios de los santos Padres, luego se profundizaría en el momento en que la Virgen fue santificada, llegando a la conclusión que esta santificación y llenura de toda gracia se realizó en el primer instante de la Concepción. Este sería por tanto el desarrollo doctrinal del dogma de la Inmaculada.

 El testimonio de los Santos

1.-SAN AGUSTIN DE HIPONA:

Aunque es un Padre de la Iglesia, la importancia de San Agustin en la Teología católica ha sido máxima, por lo que merece el primer lugar en esta lista:

no atribuimos al diablo poder alguno sobre María en virtud de su nacimiento, pero sólo porque la gracia del renacimiento vino a deshacer la condición de su nacimiento(Replica a Juliano Vol 4, 122)

 Después menciona a los que "no sólo no pecaron, sino que vivieron en la justicia según los libros divinos, como Abel, Enoc, Melquisedec, Abrahán, Isaac, Jacob, Jesús Nave, Finées, Samuel, Natán, Elías, José, Elíseo, Maqueas, Daniel, Ananias, Azarias, Misael, Ezequiel, Mardoqueo, Simeón, José, esposo de la Virgen María; Juan". Añade también algunas mujeres, como Débora, Ana, madre de Samuel; Judit, Ester, Ana, hija de Fanuel; Isabel y la misma madre de nuestro Señor y Salvador, de la que dice: "La piedad exige que la confesemos exenta de pecado". Exceptuando, pues, a la santa Virgen María, acerca de la cual, por el honor debido a nuestro Señor, cuando se trata de pecados, no quiero mover absolutamente ninguna cuestión (porque sabemos que a ella le fue conferida más gracia para vencer por todos sus flancos al pecado, pues mereció concebir y dar a luz al que nos consta que no tuvo pecado alguno); exceptuando, digo, a esta Virgen, si pudiésemos reunir a todos aquellos santos y santas cuando vivían sobre la tierra y preguntarles si estaban exentos de todo pecado, ¿cómo pensamos que habían de responder? ¿Lo que dice Pelagio o lo que enseña San Juan? Decidme: cualquiera que haya sido la excelencia de su santidad, en caso de poderles preguntar, ¿no hubieran respondido al unísono: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad está ausente de nosotros? ¿Sería esta respuesta tal vez más humilde que verdadera? Pero a este autor le agrada, y apruebo su gusto, "no poner la alabanza de la humildad en la parte de la falsedad". Luego si dijesen esto, con verdad serían pecadores; a esta confesión humilde acompañaría la verdad; y en caso de mentir en esto, también serían responsables de pecado, porque la verdad no estaba de su parte. (La naturaleza y la Gracia Cap 36).

 

2.-SAN BRUNO (1030-1101 d.C):

El Señor miro la tierra desde el cielo al venir al seno de la Virgen desde las regias moradas. Esta es aquella tierra incorrupta que el Señor bendijo, libre por tanto de toda peste de pecado por la cual conocimos el camino de la vida y recibimos la verdad prometida (Expos in omnes psalmos davídicos).

3.-SAN ANSELMO (1033-1109 DC):

“¿Pudo Dios preservar a ciertos ángeles de toda mancha de pecado, y no podía preservar a su propia Madre? ¿Pudo Dios crear a Eva sin mancha de pecado y no iba a poder crear el alma de María sin esa mancha? Y si pudo hacerlo y le convenía hacerlo, ¿por qué no iba a hacerlo?”.

Era apropiado Su concepción (es decir, la de Cristo) ser de la madre más pura; de hecho, a esa Virgen le convenía brillar con esa pureza, pues ante Dios es impensable algo mayor  (Sobre la Concepcion virginal  y el pecado original 18).

4.-SAN ALBERTO MAGNO (1199-1280):

Decimos que esta pureza es no digo ya distante de la original sino segregación y aproximación deiforme a la primera luz, en lo que es posible a una pura criatura. De modo que en realidad esta pureza no es otra cosa que la limpieza del pecado original la extinción de la concupiscencia y la cumbre de la perfecciones gratuitas.

Afirma la Virgen llego a la cumbre de estas perfecciones por cuatro grados:

En el primero fue santificada en el seno materno. En el segundo por el ejercicio de las virtudes, en el tercero por la venida del Espíritu Santo sobre ella y en el cuatro por la concepción del Hijo ( Moralia 9,139 ss).

5.-SANTO TOMAS DE AQUINO (1225-1274 D.C):

En tercer lugar, excede a los ángeles en cuanto a la pureza: porque la Bienaventurada Virgen no sólo era pura en sí misma; sino que procuró la pureza a otros. Pues ella misma fue purísima tanto en cuanto a la culpa, ya que no incurrió ni en pecado mortal ni en venial; y lo mismo en cuanto a la pena. (Exposición de la Salutación Angélica).

6.-SAN BUENAVENTURA (1221-1274 DC):

Para entender esta cuestión ha de tenerse en cuenta que algunos llegan a decir que en el alma de la Santísima Virgen la gracia de la santificación se adelantó a la mancha del pecado original. Porque convenía que el alma de la Virgen fuera santificada de un modo excelentísimo sobre las almas de los demás santos solo en la abundancia de la santidad, sino también en la prioridad del tiempo , por tanto en el instante de su creación le fue infundida la gracia y en el mismo instante quedo el alma infundada en el cuerpo . (Tratado de la Virgen santísima Gregorio Alastruey pag 179 y ss).

7.- SAN VICENTE FERRER (1350-1419 D.C):

El sexto grado muy superior a todos los otros, es la santificación de la Virgen María, porque no cuando iba a nacer, ni en el ultimo día, semana o mes, sino en el mismo día y hora en que fue formado el cuerpo y creada el alma, y porque entonces era ya racional y capaz de santificación fue inmediatamente santificada. (Sermon 4 in fest. Concept B.M.V)

8.-BEATO DUNS SCOTO ( 1266-1308 D.C):

Primero el mediador perfectísimo merece la remoción de toda pena de aquel a quien reconcilia, pero la culpa original es pena mayor que la carencia misma de la visión divina como se dijo en el segundo libro, porque el pecado es la pena máxima de la naturaleza intelectual entre todas las penas: luego si Cristo reconcilia de una manera perfectísima mereció para alguno el que se le quitara esta pena gravísima, luego lo mereció para su madre.  Segundo parece que Cristo fue reparados y conciliador nuestro mas inmediatamente con respecto al pecado original que al actual, puesto que la necesidad de la Encarnación, Pasión etc se saca comúnmente del pecado de origen. Ahora bien se supone comúnmente que fue mediador tan perfecto respecto de alguna persona, por ejemplo de su Madre, que tuvo que preservarla de todo pecado, actual, y también del original.

 (Duns Scotus, Commentarium in Sententiarum, III, 3, 1, 4).

9.-SANTO TOMAS DE VILLANUEVA (1486-1555 D.C):

 No pienses ni por un momento que la Virgen fue concebida en pecado, esta gloria no es menor ni menos especial que el ser Madre de Dios según la carne ¿Piensas la ofensa que haces a la Virgen si dices que por un momento siquiera fue cautiva del pecado, hija de perdición, sujeta al demonio, infectada de la mancha común? (Conc. I in Concept B.M. Virginis)

 10.- SAN CARLOS BORROMEO (1538-1584):

 Juan fue santificado  en el vientre de su madre al sexto mes de ser concebido, pero esta recibió la plenitud de la gracia en el primer instante de su concepción ( Hom 72)

11.-  SAN FRANCISCO DE SALES ( 1567-1622 D.C):

Como Dios debiera prepararse una Madre según su corazón quiso que su redención le fuera aplicada como remedio preservativo para que no llegara hasta ella el pecado que se transmita de generación en generación ( Tratado del Amor de Dios)

12.-SAN ROBERTO BELARMINO (1542-1621 D.C):

Por tanto, sostenemos que Dios pudo preservar a la Virgen María libre de todo pecado y hacerla santa y justa en el momento de su creación. Que deseaba hacerlo, sin embargo, pensamos que probablemente esté suficientemente demostrado por las razones por las que Santo Tomás [Pt. 3, q. 27, art. 4] prueba que la Madre de Dios debe estar libre de todo pecado real.

La primera razón es que el honor, así como la vergüenza de la madre, recae sobre el niño.

El segundo: que la Madre de Cristo tiene una afinidad y unión únicas con Él, pero ¿qué acuerdo existe entre Cristo y Belial?

La tercera: porque, de manera notable, el Hijo de Dios, que es la misma sabiduría de Dios, habitó en Su Madre; pero la sabiduría no entrará en un alma maliciosa, ni morará en un cuerpo sujeto al pecado, como se dice en Sab 1: 4.

La cuarta: porque este testimonio del Esposo celestial debe cumplirse en la Virgen: " Eres hermosa, amiga mía, y no hay mancha en ti ". [Cantares4: 7]. (Escritos marianos de San Roberto Belarmino).

 Jesus Urones-Apologista Católico - ReL

 

Vea también    María, Madre de Dios - P. J. Loring sj




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