Evangelio según San Lucas 2,1-14.
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. |
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. |
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. |
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, |
para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. |
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; |
y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. |
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. |
De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, |
pero el Angel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: |
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. |
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre". |
Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: |
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!". |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
San Amadeo de Lausanne (1108-1159) |
La luz brilla en las tinieblas
Cuando María dio a luz, los cielos se alegraron y la tierra exultó. El infierno, sacudido, se espantó. En su alegría, los cielos dieron la estrella centellante y la gloriosa armada de los ángeles que canta esta alabanza: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra, paz a los hombres amados por él” (Lc 2,14). En su alegría, la tierra ha dado los pastores que glorifican y los magos que adoran ofreciendo sus presentes: oro, incienso y mirra. (…) |
La noche ha derramado la luz en las tinieblas y, en vez de oscuridad, ha irradiado una luz resplandeciente. Esta noche dio la luz antes que se levante el sol, luz que por su brillo extraordinario, eclipsa el esplendor del sol. De esta noche, el salmista comenta: “la noche será para mi luz de mis delicias”. Después, volviéndose hacia el Señor prosigue: “Si dijera: “¡Que me cubran las tinieblas y la luz sea como la noche a mi alrededor!”, las tinieblas no serían oscuras para ti y la noche será clara como el día” (Sal 139 (138),11-12). (…) |
Recibiendo al recién nacido, el Emanuel, María contempla una luz incomparablemente más bella que el sol, resiente un fuego que las aguas no pueden apagar. En el cuerpo que dio a luz, María recibió el resplandor que todo ilumina, pudo llevar en brazos al Verbo que lleva al universo. (EDD) |
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