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viernes, 11 de diciembre de 2020

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Mateo 11, 16-19 Es como si los niños se gritaran unos a otros
 
 

Un partido de cricket, pintado por Laurence Stephen Lowry, R.A. (1887-1976), pintado alrededor de 1938,
 óleo sobre lienzo © Sotheby's Londres, 18 de junio de 2019, lote 16

En aquel tiempo, Jesús dijo: “¿Con qué podré comparar a esta gente? Es semejante a los niños que se sientan en las plazas y se vuelven a sus compañeros para gritarles: ‘Tocamos la flauta y no han bailado; cantamos canciones tristes y no han llorado’.

Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron: ‘Tiene un demonio’. Viene el Hijo del hombre, y dicen: ‘Ése es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y gente de mal vivir’. Pero la sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras”.

Comentario

Bulle

San Alfonso María de Ligorio (1696-1787)
obispo y doctor de la Iglesia
1er  Discurso de la novena de Navidad


Responder a la llamada de Dios, para acoger al Salvador

Con un corazón ardiente, digamos con San Agustín: «Inflama nuestras almas". Verbo encarnado, te hiciste hombre para encender en nuestros corazones el fuego del amor divino: ¿Cómo pudiste encontrar en nosotros tanta ingratitud? No ahorraste nada para hacerte amar; llegaste a sacrificar tu sangre y tu vida. ¿De dónde viene que los hombres permaneciéramos insensibles a tantos beneficios? ¿Posiblemente los ignoran? No, saben y creen que, por amor a ellos, viniste del cielo revestido de carne humana y cargaste con nuestras miserias; saben que, por amor para ellos, quisiste llevar una vida de continuos sufrimientos y sufrir una muerte ignominiosa.
Después de esto ¿Cómo explicar que viven en un olvido completo de tu extrema bondad? Quieren a sus parientes, quieren a sus amigos, aman incluso a los animales... ¡ Sólo hacia ti, no muestran amor ni reconocimiento! ¿Pero qué digo? Acusando a otros de ingratitud, yo mismo me condeno, ya que mi conducta hacia ti fue peor que la suya. No obstante, tu misericordia me devuelve el coraje; sé que me sostuvo mucho tiempo, con el fin de perdonarme y de abrasarme en tu amor, con la única condición de que quiera arrepentirme y quererte.
Sí, Dios mío, quiero arrepentirme; quiero amarte con todo mi corazón. Aunque veo que mi corazón... te ha abandonado para gustar las cosas de este mundo; pero veo también que, a pesar de esta traición, todavía me reclamas. Por eso, con toda la fuerza de mi voluntad, te lo dedico y te lo doy. Dígnate pues inflamarlo por completo de tu santo amor; haz que en lo sucesivo no ame otra cosa más que a tí... Te quiero, Jesús; ¡te amo, mi sumo Bien ! Te amo, único amor de mi alma.
María, madre mía, eres "la madre del amor hermoso" (Si 24,24 Vulg), obténme la gracia de amar a mi Dios; es lo que espero de ti. (EDD)





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