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| Lucas 5, 17-26 | | Jesús vio su fe |
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| | La curación del paralítico en Cafarnaún, (una de un conjunto de 12 escenas de La vida de Cristo) , vidriera de Jan Rombouts Ejecutada en torno a 1525, Lovaina, Bélgica © Metropolitan Museum of Art | Un día Jesús estaba enseñando y estaban también sentados ahí algunos fariseos y doctores de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén. El poder del Señor estaba con él para que hiciera curaciones. Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de entrar, para colocarlo delante de él; pero como no encontraban por dónde meterlo a causa de la muchedumbre, subieron al techo y por entre las tejas lo descolgaron en la camilla y se lo pusieron delante a Jesús. Cuando él vio la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: “Amigo mío, se te perdonan tus pecados”. Entonces los escribas y fariseos comenzaron a pensar: “¿Quién es este individuo que así blasfema? ¿Quién, sino sólo Dios, puede perdonar los pecados?” Jesús, conociendo sus pensamientos, les replicó: “¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Se te perdonan tus pecados’ o ‘Levántate y anda’? Pues para que vean que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados –dijo entonces al paralítico–: Yo te lo mando: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. El paralítico se levantó inmediatamente, en presencia de todos, tomó la camilla donde había estado tendido y se fue a su casa glorificando a Dios. Todos quedaron atónitos y daban gloria a Dios, y llenos de temor, decían: “Hoy hemos visto maravillas”. |
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Comentario
“Hoy hemos visto cosas maravillosas”
El Verbo de Dios ha venido a habitar en el hombre; se ha hecho “Hijo del Hombre”, para acostumbrar al hombre a recibir a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, tal como quiere el Padre. He aquí porque el signo de nuestra salvación, el Emmanuel nacido de la Virgen, nos ha sido dado por el mismo Señor (Is 7,14) En efecto, es el mismo Señor quien salva a los hombres, puesto que éstos no pueden, de ninguna manera, salvarse a sí mismos... El profeta Isaías dice: “Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará” (35,3-4). |
He aquí otro texto en donde Isaías ha predicho que el que nos salva no es ni simplemente hombre, ni un ser incorporal: “No fue un mensajero ni un enviado, él en persona los salvó; con su amor y benevolencia los rescató, los liberó” (63,9). Pero este salvador es, verdaderamente, un hombre, visible: “Ciudad de Sion, mira: tus ojos verán a nuestro Salvador” (33,20)... Otro profeta ha dicho: “Volverá a compadecerse, y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos” (Mi 7,19)... El Hijo de Dios, que es también Dios, vendrá del país de Judá, de Belén (Mi 5,1) para esparcir su alabanza sobre toda la tierra... Pues Dios se ha hecho hombre y el Señor, él mismo, nos ha salvado dándonos el signo de la Virgen. (EDD) |
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