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jueves, 10 de diciembre de 2020

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Mateo 11, 11-15 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora
 
 

Virgen del Jilguero (Madonna del Cardellino), Pintada por Rafael (Raffaello Sanzio da Urbino, 1483-1520), 
Los niños Juan Bautista y Jesús. Óleo sobre tabla, Pintada hacia 1506 © Galleria degli Uffizi, Florencia

En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: “Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él.

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán. Porque todos los profetas y la ley profetizaron, hasta Juan; y si quieren creerlo, él es Elías, el que habría de venir. El que tenga oídos que oiga”.

Comentario

San Teodoro el Estudita (759-826)
monje en Constantinopla
Catequesis 72, (Les Grandes Catéchèses, Spiritualité Orientale 79, Bellefontaine, 2002), trad. sc©evangelizo.org


¡Cumplamos lo que es justo y santo!

La vida eterna se ofrece a nosotros, hijos míos, el Reino de los Cielos nos está preparado y la herencia de Cristo nos espera. El disfrute de numerosos e inconcebibles bienes, la felicidad de una gran alegría y de la inmortalidad, la sobreabundancia de gloria y honor y de otros bienes en tan gran cantidad. ¡La voz de un hombre no alcanzaría para decir la gracia y misericordia (cf. Sab 3,9)!
Corramos entonces con creciente vigor. Ustedes, los perezosos, indóciles, corazones pesados, amigos de la murmuración. Si no se corrigen se parecerán a la higuera maldita. ¡Le ponemos fertilizante (cf. Lc 13,8) y no toma raíz, la regamos con palabras y no crece! La Escritura dice “El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles” (Lc 3,9), silenciaré lo siguiente. Busquemos los combates, versemos nuestro sudor, tomemos las coronas, ganemos las alabanzas, guardemos como un tesoro “lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar” (cf. 1 Cor 2,9).
Reglemos nuestra vida sobre la de nuestros padres, la que remonta al origen. Sigamos paso a paso sus virtudes, amemos sus rectas acciones, hagamos de nuestro género de vida una imagen de la suya. (…) Si, ¡trabajemos con ellos! ¡Actuemos con ellos! ¡Sigámosle paso a paso! ¡Cumplamos lo que es justo y santo! De esta forma, tendremos parte en su gloria, seremos coronados y con ellos saltaremos d alegría en el Reino de los Cielos. En Cristo Jesús nuestro Señor, a quien pertenece gloria y poder, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. (EDD)








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