Prepararse para recibir a un huésped es importante para hacer que el tiempo con él sea de calidad y se aproveche al máximo
Adviento significa espera vigilante y cuando se espera a alguien, se recibe con alegría. Si alguien va a ir a tu casa, haces todos los preparativos necesarios para que esa persona se sienta bien, acogida, feliz. Del mismo modo, el Adviento sirve de tiempo para realizar todo aquello que es necesario para recibir a Jesús.
Pero ¿qué pasa cuando no esperamos a la gente? Simplemente llegan y tocan la puerta y tú a lo mejor estás en pijama, o dando de comer a tus hijos, o limpiando la casa.
La sensación es de incomodidad, por una parte por no poder atender y recibir adecuadamente a esa persona y, por otra, porque quizá no tenías ganas de ver a nadie.
Prepararse para recibir a un huésped es importante para hacer que el tiempo con él sea de calidad y se aproveche al máximo.
Ser «Juan Bautista» para los demás
El mismo Cristo tuvo un anunciador: san Juan Bautista.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!(Is 40,3).
Y esa voz que anuncia es facilitadora de una preparación exterior e interior para recibir a quien será el Salvador de los pueblos.
Del mismo modo, podemos anunciar a nuestros invitados, prepararles un lugar en la mesa, esperarlos con júbilo para que participen de la fiesta que estamos a punto de tener.
Si por el contrario, eres tú quien llega a un lugar, anuncia tu llegada y hazle saber a tu anfitrión lo feliz que estás de verlo. No llegues inesperadamente si puedes evitarlo, permítele recibirte como a él le gustaría.
Preparar la fiesta de Navidad
Vivir una fiesta implica una actitud de gozo y de organización. No podemos vivir una fiesta con desorden en nuestro hogar y en nuestra vida.
Por eso, el Adviento ayuda a adquirir las condiciones necesarias para asumir que alguien vendrá a nuestro encuentro en la celebración de la Navidad.
No es una fiesta vacía en la que solamente tenemos que hacer una lista de alimentos o regalos. Si asumimos lo que vamos a vivir, seguramente desearemos estar en paz, alegres, dispuestos para conmemorar el tan esperado evento.
¿Cómo hacerlo? Revisa tu vida, reconcíliate con quien sea necesario, perdona a quien te haya ofendido, deja ir los resentimientos que te impiden ser feliz, ayuda a quien lo necesita, deshazte de esos sentimientos que no necesitas. Y sí, compra lo que vayas a necesitar el día de la fiesta, pero acompañado de una nueva actitud interior.
Aleteia te invita cada lunes de Adviento a meditar sobre la inminente venida de Jesús al mundo en preparación para la Navidad.
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