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domingo, 6 de diciembre de 2020

«Voy a empezar a ir a misa»: el camino de María Palmero y otros «millennials» en la era Covid

Esta joven periodista comenzó a hacerse preguntas durante el confinamiento

La pandemia de coronavirus, con el terrible número de muertes, los confinamientos
y la alteración de la forma de vida de las personas, ha hecho temblar los 
cimientos en los que se asienta la estabilidad de millones de personas.

En una sociedad con pocos referentes lo inmediato es lo que manda,
especialmente para los jóvenes, los “millennials”. Y cuando el coronavirus los
ha encerrado en casa o ha cerrado sus discotecas, bares… se han dado
contra un muro pues los ejes de su vida se han venido abajo.

Es en este momento en el que algunos de estos jóvenes han recapacitado
 sobre su vida y se han hecho preguntas
 que el ruido de sus vidas y el
ajetreo diario no les permitían oír: de dónde venimos y hacia dónde vamos,
 para qué existimos… Y la respuesta en algunos casos les dirigía al cristianismo, 
a la Iglesia.

Es lo que le ha ocurrido a María Palmero, una joven periodista millennial que
 escribe en Voz Populi y antes lo hizo en El Confidencial, que confiesa que
esta pandemia le ha hecho pensar sobre la fe, algo que nunca había hecho.

En redes sociales, esta joven periodista que escribe de tendencias, modas,
cotilleos e incluso sobre temas de sexualidad sorprendía a sus seguidores
 afirmando: “Voy a empezar a ir a misa, y no es broma. Hice la comunión
pero nunca me dio por ahí. Ahora, tras el confinamiento, he sentido una
 especie de llamada.
 Supongo que es una reacción normal. En fin, eso es todo”.

María Palmero

María Palmero reflexiona sobre jóvenes, fe y coronavirus / Foto- Twitter de
María Palmero

Este debate interior parece que no acabó ahí porque unas semanas más
tarde ha publicado una columna en Voz Populi titulada Millennials: los
curas os esperan
iniciada con su propia experiencia.

“La pandemia me ha hecho reencontrarme con la Iglesia, y no soy la
 única joven a la que le ha ocurrido. Millennials ateos y agnósticos también
 están yendo a las parroquias, pero ¿en busca de qué?”, cuenta Palmero,
que para responder esta pregunta en su artículo se ha apoyado en dos
jóvenes sacerdotes, entre otras personas.

Esta joven periodista recuerda que en el confinamiento muchos lo pasaron
 muy mal pero a otros les ha venido bien porque “se dieron cuenta de que
su vida estaba vacía, que no tenían vínculos fuertes con nadie. Que sus
amigos sólo eran amigos, personas que van y vienen, y no su familia. Que
igual malvivir en un piso enano en el centro de la ciudad y trabajar de lo suyo
 a cambio de un mísero sueldo no era un plan bueno de vida. Cuando al
 alcohol, el sexo esporádico y sin compromiso y las sustancias alegres dejaron
de condimentar sus vidas, se vieron a sí mismos y lo poco que habían
 construido en sus últimos años de existencia”.

Por ello, cree que “la pandemia ha sido un salvavidas para muchos jóvenes,
pues se han dado cuenta de lo que realmente es importante en la vida. Y
muchos de ellos han encontrado un refugio en las parroquias, aquellas
que sólo pisaban en bodas, bautizos y comuniones, si eso”.

María Palmero asegura que ella era una de esas jóvenes que no quería
 “atarse con un hijo pudiendo vivir la vida libremente ni “vivir con una
 pareja pudiendo tener una casa para mí
” ni “una vida estable pudiendo
disfrutar del momento”.

Sin embargo, reconoce que “durante los últimos meses me replanteé
 muchas cosas
 y sentí una especie de llamada hacia la iglesia, hacia la fe.”

“¿Por qué de pronto tenía ganas de ir a misa si mi único contacto
con el catolicismo fue hacer la Comunión y poco más?
 ¿Por qué tenía
 tantas ganas de escuchar a los párrocos y de estar en contacto con la Iglesia?
 ¿De casarme y de plantearme tener hijos? ¿Le habrá ocurrido a más gente,
a más jóvenes?”, se pregunta.

Esta joven está en el inicio de este camino, de empezar a responder
estas preguntas y conocer qué dice la Iglesia
 y qué puede hacer Dios
en su vida. Pero todo este proceso comienza siempre con un cambio de
actitud, de abrir la puerta. De momento María Palmero ha decidido abrirla.

Juan Manuel Góngora, celebrando misa

Juan Manuel Góngora tiene más de 20.000 seguidores en Twitter / Foto- Diario de Almería

Para saber si a más jóvenes les ha pasado como a ella, la periodista ha
 preguntado a varios sacerdotes. Uno de ellos es el padre Juan Manuel
Góngora
, cura de 32 años diocesano de Almería y muy activo en redes
 sociales.

"La pandemia nos ha hecho darnos cuenta, a todos los niveles, de lo que
 es verdaderamente importante en la vida, como son las relaciones familiares,
 el amor hacia los demás. Lo que en la vida cotidiana pasaba más desapercibido, ahora se le da más importancia. El confinamiento ha sido un shock tan
 fuerte que ha empujado a muchos a hacer examen de conciencia"
,
 afirma el padre Góngora.

En experiencia del propio sacerdote, “los jóvenes que vienen buscan
 cosas verdaderas, lo auténtico de la vida ante el muestrario que tenemos
 (medios, avances digitales...), pues muchas veces nos quedamos
 en un mar de artificio. Lo que veo cuando hablo con ellos –e intento rascar
un poco– es que les hace falta algo autentico en sus vidas, y más auténtico
que la fe poco van a encontrar en este mundo. El tener fe te provee de una
moral, de unos procedimientos en tus actos, de una armadura".

Manuel Navarro, en su parroquia

Manuel Navarro es párroco en el barrio de Carabanchel de Madrid.

Por su parte, Manuel Navarro, sacerdote de 36 años y párroco en
Carabanchel Bajo (Madrid) además de capellán en la Universidad
Politécnica específica que en su caso "el tema del sacramento sigue
igual, pero sí vienen muchos (jóvenes) a colaborar con Cáritas
y a ayudar a gente.
 Y son personas nuevas y muy jóvenes".

El padre Navarro sí confirma que es la gente joven la que desde abril
 más se está animando para echar una mano para descargar camiones
con comida y otros bienes de primera necesidad que luego reparte la
parroquia. "Han venido muy rápido, nos ayudan en todo: desde sacar
el material hasta llevar alimentos a personas que no podían salir de sus
casas por unas razones u otras", afirma.

"Hay muchas familias que están sufriendo, y aunque algunos medios de
comunicación intenten ocultar ciertas cosas, las colas que se forman para
 recibir alimentos las ve todo el mundo. Los jóvenes las ven y vienen a decirnos
que en qué pueden ayudar", añade este religioso.

Por ello, estos sacerdotes ven como la caridad que muestra la Iglesia es
 una forma de atraer a estos jóvenes: "Los curas estamos aprovechando
ese gancho, ese deseo de hacer el bien y de colaborar, para que
conozcan realmente qué hacemos en las iglesias".

J. Lozano / ReL

Vea también    Los jóvenes y la Iglesia católica

Comentario


Antonio Bedmar Fernández

EL ESPÍRITU SANTO VUELVE A SOPLAR somo en Pentecostés.


Hace unas semanas se hizo una campaña de rezos del Rosario siguiendo las palabras de San Pío: "Cuando un millón de niños recen el Rosario, el mundo cambiará". Aunque no podemos estar seguros, es muy probable, por lo que he leído, que la cifra halla sido superada.


Yo me esperaba que el mundo cambiase de un modo triunfalista. Algo así como los judíos de tiempos de Jesús esperaban al Mesías. El Mesías vino, pero no como ellos lo esperaban. Hizo algo más valioso que convertir a Israel en el amo de un Imperio: nos salvó a todos de nuestros pecados.


He reflexionado: quizás lo que nos espera no es un gran triunfo en el sentido humano, sino algo más valioso: la conversión de millones de almas. Pero claro, esto no es triunfo en el sentido humano, si los poderes de este mundo siguen haciendo el mal. ¿Saben cual es, se considera, el mejor tiempo que tuvo la Iglesia Católica?

No fue la Edad Media, cuando tuvo más poder, pero bastante corrupción. Los tiempos del Imperio Romano, cuando se la perseguía, fue la época espiritualmente más exitosa.








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