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miércoles, 23 de diciembre de 2020

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Lucas 1, 57-66 El nacimiento, el nombre y la circuncisión de San Juan Bautista
 
 

El nacimiento, el nombre y la circuncisión de San Juan Bautista, pintado por Giovanni Baronzio
 (activo hacia 1320 - 1350), pintado en 1335, témpera en el panel © National Gallery of Art, Washington

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.

A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:

«¡No! Se va a llamar Juan».

Y le dijeron:

«Ninguno de tus parientes se llama así».

Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.

Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.

Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:

«Pues ¿Qué será este niño?»

Porque la mano del Señor estaba con él.

Comentario

Homilía atribuida a San Gregorio Taumaturgo (c. 213-c. 270)
obispo
Homilía sobre la santa Teofanía, 4, PG 10, 1181


«Empezó a hablar bendiciendo a Dios»

[Juan Bautista decía:] en tu presencia, Señor, no me puedo callar, porque «yo soy la voz, y la voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor. Soy yo el que necesita que tú me bautices, ¿y tú vienes a mí?» (Mt 3,3.14).
Cuando yo nací borré la esterilidad de la que me dio a luz; y cuando era un recién nacido, llevé el remedio para el mutismo de mi padre recibiendo de ti la gracia de este milagro. Pero tú, nacido de la Virgen María de la manera que tú has querido y que solo tú conoces, no has borrado su virginidad y la has protegido añadiéndole el título de madre; ni su virginidad ha impedido tu nacimiento, ni tu nacimiento ha borrado su virginidad. Estas dos realidades incompatibles, el dar a luz y la virginidad, se unieron en una armonía única lo cual sólo está al alcance del Creador de la naturaleza.
Yo que soy un hombre, sólo participo de la gracia divina; pero tú eres a la vez Dios y hombre, porque por naturaleza eres el amigo de los hombres (cf Sab 1,6). (EDD)





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