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viernes, 25 de diciembre de 2020

Evangelio del día - Solemnidad de Navidad

 

ChristianArt 
 
Juan 1, 1-5. 9-14 En el principio era la Palabra
 
 

La Natividad / La Adoración de los Reyes, Pintada por Jan Gossaert (activo 1508 - muerto 1532), Pintada hacia 1510, Óleo sobre panel de roble © National Gallery, London

En el principio ya existía aquel que es la Palabra,

y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.

Ya en el principio él estaba con Dios.

Todas las cosas vinieron a la existencia por él

y sin él nada empezó de cuanto existe.

Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz brilla en las tinieblas

y las tinieblas no la recibieron.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera,

que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.

En el mundo estaba;

el mundo había sido hecho por él

y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron;

pero a todos los que lo recibieron

les concedió poder llegar a ser hijos de Dios,

a los que creen en su nombre,

los cuales no nacieron de la sangre,

ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre,

sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre

y habitó entre nosotros.

Hemos visto su gloria,

gloria que le corresponde como a unigénito del Padre,

lleno de gracia y de verdad.

Comentario

San Amadeo de Lausanne (1108-1159)
monje cisterciense, obispo
Homilía Mariana IV, (SC 72, Huit homélies mariales, Paris, Cerf, 1960), trad. sc©evangelizo.org


El Hijo de Dios ha visitado a los hijos de Adán

Por una admirable condescendencia, por un amor sorprendente e increíble, Dios descendió en un cuerpo y habiéndose hecho carne, ha visitado a los hijos de Adán. (…)
El hijo de Dios se convirtió en Hijo del hombre, por lo cual, en la unidad de la persona es a la vez Dios y hombre: Dios engendrado de la sustancia del Padre antes de los siglos y hombre nacido de la sustancia de su madre en el curso de los siglos. Gigante de doble naturaleza, ha saltado con alegría para cantar en la cítara de nuestro cuerpo, con palabras melodiosas y acentos harmoniosos. Produce sonidos suaves y hermosos con el instrumento formado por nuestra carne, haciendo surgir una música de inefable harmonía. Ella endereza las piedras, sacude los árboles, domestica las bestias salvajes y conduce a las alturas a los hombres liberados de su carne. Con la suavidad de esta música admirable, de piedras hizo hijos de Abraham y a los árboles de los bosques -el corazón de los paganos- los puso en movimiento hacia la fe. Las bestias feroces - pasiones salvajes y ruda barbarie- las domesticó hasta una buena conducta. Los hombres surgidos entre los hombres, los estableció en el rango de los dioses.
Es con razón que (…) cantos resuenan hasta las extremidades de la tierra.




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