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jueves, 8 de agosto de 2024

5 maneras de practicar el Evangelio en la vida diaria

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El Evangelio está hecho para que la vida se mueva sobre sus goznes,
pues Jesús desea que todos se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad, que es Él

El Evangelio está hecho para que la vida se mueva sobre sus goznes, pues Jesús desea que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, que es Él. Por eso, conocerlo y entenderlo para ponerlo en práctica es fundamental, porque es la ruta directa y segura para llegar al cielo con Dios.

Además, la Sagrada Escritura es tan rica e inagotable que, aun cuando se lea mil veces la misma cita, siempre tendrá un mensaje preciso y exacto para el momento en el que se haga la reflexión, porque la Palabra de Dios es viva y eficaz.

Por eso, meditemos cinco maneras de poner en práctica el Evangelio en nuestra vida diaria.

1Ama a tu prójimo como a ti mismo

(Mt 22, 36)

Jesús dijo que el primer mandamiento era el amor a Dios, a quien debemos dar alabanza y adoración absolutas. Pero el segundo era amar al prójimo, de tal manera que hiciéramos con él lo que haríamos con nosotros mismos.

Por eso, amarlo implica tratar bien a tu familia, demostrarles cuánto te importan, ayudar a las personas que encuentres en tu camino, saludar a todos, aunque sean desconocidos, sonreír más, moderar el tono de tu voz con quienes te exasperan, compartir tu felicidad y tus bienes con quienes nada tienen, en fin, hay mucho por hacer.

En resumen, tratar a los demás como lo harías contigo mismo.

2No juzguen y no serán juzgados;
no condenen y no serán condenados;
perdonen y serán perdonados

(Lucas 6, 37)

No conocemos lo que piensan los otros ni por qué actúan como lo hacen, por eso, aplica este mandato evangélico pensando bien de los demás, dándoles el beneficio de la duda, entendiendo que se pueden equivocar y que, por eso, merecen ser perdonados.

Y no hacer juicios temerarios sobre la gente creyendo que todo lo que hacen o dicen es pecado, podríamos llevarnos una sorpresa. Actuar con misericordia con nuestros semejantes nos asegura recibirla también.

3El que come mi carne y bebe
mi sangre permanece en mí
y yo en él

(Juan 6, 56)

La promesa de Jesús fue clara y directa, ¿cómo se hace vida este pasaje evangélico? Yendo a Misa y comulgando. Si no hay ninguna situación que nos lo impida, hay que confesarse y participar de la Eucaristía plenamente, no solo los domingos, si es posible, también entre semana para comer el cuerpo y la sangre de Cristo, garantía de vida eterna.

4Busquen más bien su Reino,
y lo demás se les dará por añadidura

(Lucas 12, 31)

Desgastarse para tener bienes materiales es una triste manera de vivir. Lo mejor es pedir a Dios que sea parte de todos nuestros proyectos y actividades, esmerándonos en predicar el Evangelio de palabra y ejemplo, para que Él se ocupe de nuestros asuntos terrenales.

Ofrece tu día al Señor, pidiendo que todas tus decisiones estén motivadas por el deseo de alcanzar el cielo y procura cumplir con tus deberes como buen cristiano.

5Estén prevenidos y oren para
no caer en tentación, porque
el espíritu está dispuesto,
pero la carne es débil

Es muy importante estar alerta y no comprometer la gracia santificante exponiéndose tontamente al peligro de caer en pecado.

Las malas amistades, los espectáculos denigrantes e inmorales, los malos deseos no reprimidos siempre estarán presentes en nuestra vida, aunque mencionarlo parezca retrógrado.

La persona que quiere honrar a Dios con su vida se cuida del peligro, ora constantemente, frecuenta los sacramentos y procura su salud espiritual velando para que sus sentido no se expongan a la tentación. La carne es débil, por eso debemos vivir vigilantes.

Mónica Muñoz, Aleteia

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