En 1906, Colombia experimentó el terremoto más fuerte de su historia. El tsunami que provocó el movimiento sísmico amenazaba con destruir la pequeña isla de Tumaco, pero Jesús Eucaristía logró salvar a la población.
"El Milagro de la Ola"
Según indica la Conferencia Episcopal de Colombia, la mañana del 31 de enero de 1906, un fuerte terremoto de 8.8 golpeó Colombia. Los pobladores de Tumaco, una isla en la frontera entre Colombia y Ecuador, vieron como el mar se iba retirando de la orilla, indicando que venía un fuerte tsunami.
Asustados por lo sucedido, la población se dirigió a la iglesia a pedir ayuda al párroco, fray Gerardo Larrondo, y a su vicario parroquial, fray Julián Moreno, ambos religiosos de la Orden de los Agustinos Recoletos que realizaban misión en ese lugar desde 1899.
Los frailes animaron al pueblo a confiar en el poder de Dios y los animaron a caminar en procesión hasta la playa.
El fraile de la Orden de los Carmelitas Descalzos que ha liderado la investigación y documentación sobre este milagro, Padre Hevert Lizcano Quintero, señaló:
“Inmediatamente fray Gerardo consumió todas las hostias que estaban en el Sagrario y, movido por la fe de toda la comunidad, lleva la Hostia Magna hacia la playa y junto con todos va orando, dirigiéndose a esta pared de agua que venía con una velocidad de 300 kilómetros por hora, según los investigadores y especialistas en temas de tsunami”.
“Todos se colocan ahí, frente a la playa, observan la pared de agua y fray Gerardo, que tiene confianza en Dios, que sabe que Jesús tiene autoridad sobre los espíritus, sobre los demonios y sobre las tormentas, eleva la hostia ante este Tsunami y hace la señal de la cruz. Inmediatamente, esta pared de agua lo único que hace es desvanecerse y llegar hasta la cintura de toda la población y especialmente la cintura de estos dos frailes”.
Tras el hecho, fray Julián gritó “¡Milagro, milagro!”. Agradecidos por su protección, la población caminó en procesión hasta la iglesia, donde se culminó con la celebración de la Misa.
Este gran milagro quedó registrado por el futuro Santo Carlo Acutis, que documentó este hecho en su página web sobre milagros eucarísticos.
Además, en diciembre de 1979, San Juan Pablo II visitó la isla, durante su viaje apostólico por Colombia.
Una fe que perdura
La gratitud de la población por este milagro no ha fallecido, y cada año el pueblo se reúne para celebrar esta fecha.
“Tumaco es la única ciudad, el único lugar en el mundo donde Dios, con su dedo, supo tocar sus aguas para bendecirlas. Las aguas de Tumaco son sanadoras, las aguas de Tumaco tienen el milagro patente del poder de Dios”, señaló el Padre Lizcano.
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