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| Mateo 15, 29-37 | | Multiplicación de los panes |
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| | La Alimentación de la Multitud, página iluminada de Les Très Riches Heures du Duc de Berry, pintada por los Frères de Limbourg, ejecutada entre 1411-1416, Témpera sobre pergamino, folio 168 © Musée Condé, Paris | En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino”. Los discípulos le preguntaron: “¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?” Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tienen?” Ellos contestaron: “Siete, y unos cuantos pescados”. Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado. |
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Comentario
Cristo viene en los sacramentos, especialmente en la eucaristía
La segunda venida de Cristo, nuestro esposo, se da todos los días en los hombres buenos, a menudo y repetidas veces, con gracias y nuevos dones en todos los que se sujetan a él según está a su alcance. No queremos ahora hablar de la primera conversión del hombre ni de la primera gracia que le fue dada cuando se convirtió del pecado a la virtud. Sino que hablamos de su crecimiento, día tras día, gracias a nuevos dones y nuevas virtudes y también de la venida en nuestra alma, actual y cotidianamente de Cristo, nuestro esposo... |
Hay una venida de Cristo, nuestro esposo, que se realiza todos los días y que consiste en un crecimiento en gracias y dones nuevos, cuando alguien recibe un sacramento con corazón humilde y libre de todo lo que supondría para él un estorbo en el progreso. Es entonces que recibe nuevos dones y crece en gracia por su humildad, y debido a la actividad escondida de Cristo en el interior de los sacramentos... Esta es la segunda venida de Cristo, nuestro esposo, que se presenta ahora a nosotros, y todos los días. Debemos considerar esto con un corazón lleno de deseo de que se realice en nosotros. Porque nos es del todo necesario si no queremos caer, sino progresar en vida eterna.(EDD) |
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