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martes, 24 de noviembre de 2020

Evangelio del día

 

Arte cristiano 
 
Lucas 21, 5-11 Habrá grandes terremotos, epidemias y hambre
 
 

La Virgen apareciéndose a las víctimas de la peste, pintada por Antonio Zanchi (1631-1722),
 Óleo sobre lienzo montado en la pared, pintado en 1666 © Scuola Grande di San Rocco, Venice

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”.

Entonces le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”

Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”.

Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles”.

Comentario

Bulle

San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismales, nº 15


«El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt 24,35)

Nuestro Señor Jesucristo vendrá de los cielos y vendrá hacia el fin del mundo, en el último día; porque este mundo tendrá un fin, y el mundo creado será renovado. Puesto que, efectivamente, la corrupción, el robo, el adulterio y las faltas de toda clase han llegado a toda la tierra y «la sangre sucede a la sangre derramada en todo el mundo» (Os 4,2), y para que esa admirable morada no quede llena de injusticia, ese mundo pasará y se inaugurará uno más bello...
Escucha lo que dice Isaías: «Se enrollan como un libro los cielos, y todo su ejército palidece como palidece el sarmiento de la cepa, como una hoja mustia de higuera» (Is 34,4). También el Evangelio dice: «El sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo» (Mt 24,29). No nos aflijamos como si sólo tuviéramos que morir nosotros: también las estrellas morirán, pero quizás resucitarán. El Señor enrollará los cielos, no para destruirlos, sino para resucitarlos aún más bellos. Escucha como habla el profeta David: «Al principio cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos: ellos perecerán, pero tú permaneces... Serán como un vestido que se muda (Sl 101, 26-28)... Escucha lo que también dice el Señor: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt 24,35); es que el peso de las cosas creadas no se puede igualar con las palabras de sus Señor. (EDD)




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