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viernes, 13 de noviembre de 2020

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Lucas 17, 26-37 Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá…
 
 
El Arca de Noé en el Monte Ararat, Pintura de Simon de Myle , Pintada en 1570 Óleo sobre tabla
 © Colección Privada, Francia

En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos: “Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre: comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos. Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y construían, pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste. Aquél día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada’’. Entonces, los discípulos le dijeron: “¿Dónde sucederá eso, Señor?” Y él les respondió: “Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”.

Comentario

San Benito de Nursia (480-547)
 abad, copatron de Europa
Regla, Prólogo, 8-22


«Despierta tú que duermes» (Ef 5,14)

¡Levantémonos, pues!; la Escritura no cesa de despertarnos diciéndonos: «Ha llegado la hora de despertarnos del sueño» (Rm 13,11). Abramos los ojos a la luz divina. Escuchemos atentamente la poderosa voz de Dios que cada día nos apremia diciéndonos: «Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón» (Sl 94,8). Y también: «El que tenga oídos para oír, que escuche lo que dice el Espíritu a las Iglesias» (Ap 2,7). Y ¿Qué es lo que dice? «Venid, hijos, escuchadme, os enseñaré el temor del Señor» (Sl 33,12). «Caminad mientras tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas» (Jn 12,35).
Buscando entre la multitud del pueblo a su obrero a quien dirige esta llamada, el Señor añade: «¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?» (Sl 33,13). Al escuchar esto si tú respondes: « Yo », y Dios te dice: « ¿Quieres alcanzar la vida eterna?» Entonces «guarda tu lengua del mal y tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella» (Sl 33,14-15). Cuando hayáis hecho esto pondré mis ojos sobre vosotros y escucharé vuestras plegarias y «aún antes que me llaméis, os diré: Aquí estoy» (Is 58,9).
¿Hay algo más dulce, queridos hermanos que esta voz del Señor que nos invita? Fijaos bien cómo el Señor, en su ternura para con nosotros, nos indica el camino de la vida. Ceñidos con la fe y la práctica de las buenas obras, y guiados por el Evangelio, andemos por los caminos que nos señala para poder ser admitidos a contemplar al que nos llama a su reino (1Tes 2,12). Si queremos habitar en la mansión de su reino apresurémonos practicando las buenas obras, pues de lo contrario no llegaremos jamás. (EDD)




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