Son muchas las empresas que ha visto oportunidad de negocio a raíz de la pandemia, nosotros podemos encontrar grandes oportunidades espirituales y humanas.
Cuando desenvolvemos esta primera semana de noviembre, sabemos que es el rincón del año en el que vemos nichos en todas partes, epitafios y tumbas en los escaparates… Es la época del año en la que más visitas reciben el cementerio.
La muerte no es el final
En nuestro caso, siempre hemos intentado ir al cementerio con nuestros hijos. Por dos motivos:
- Para (intentar) ganar la indulgencia plenaria para un difunto entre los días 1 y 8 de noviembre. Este año, como medida excepcional, el Papa ha ampliado el plazo a todo el mes.
- Porque, en estos tiempos en los que se quiere desnaturalizar la muerte, hay que enseñar a los niños que la muerte forma parte de esta vida, también de la suya. No son Simba y Bambi los únicos que perderán a un ser querido. No solo se muere en la factoría Disne
En la vida real también ocurren desgracias y hay momentos tristes. Y es necesario que conozcan la verdad. Conviene decirles que estas desgarradoras despedidas que conlleva la muerte solo son un “hasta luego”. La batalla, a veces, no se gana o se pierde cuando un corazón deja de latir. En algunos casos, desde aquí podemos ayudarles a cruzar la meta, con nuestros rezos, con sacrificios, u ofreciéndo nuestra oración para lograr la indulgencia por algún fallecido, quien sabe, tal vez alguno de ellos sea víctima del coronavirus.
Los que somos padres en época de la covid-19, hemos visto la dificultad de tamizar el dolor entre la rutina, como tantos padres vieron en otras guerras o pandemias. Y supongo que, a muchos, les habrá sorprendido, como a mí, ver con qué naturalidad son capaces nuestros peques de jugar y ser felices en el escenario de la tragedia. Pero esto no quita para que la combinación de nichos y coronavirus nos haya resultado too much en este noviembre.
Oportunidades empresariales
Por otra parte, me gustaría destacar que esta pandemia ha generado (empresarialmente hablando) muchos nichos de mercado vacíos. Según definió Philip Kotler, se trata “mercados pequeños cuyas necesidades no están siendo bien atendidas”. La covid-19 ha generado necesidades nuevas: mascarillas, geles, mamparas de metacrilato, plataformas de formación y ocio on line… La imaginación y la creatividad se han enfocado a esos pequeños mercados cuyas necesidades no estaban bien cubiertas.
Oportunidades sociales
Y nosotros, ¿nos hemos planteado nuestro nicho de mercado? No, no me refiero a si has dado clases de física cuántica online, o a si vendes mamparas de metacrilato, me refiero a si has aprovechado la pandemia para encontrar ese nicho vacío en tus relaciones humanas, ese pequeño mercado cuyas necesidades no están siendo bien atendidas.
Estas necesidades desatendidas pueden ser:
- La relación con tu hermano, que poco a poco se ha convertido en una relación de Navidad en Navidad.
- El trato con el temido adolescente que se esconde detrás de las pantallas.
- Las conversaciones pendientes, intrascendentes, y necesarias, con tu marido, que consiguen que el aire huela al origen, a noviazgo.
- Disfrutar y valorar los minutos en la cola de la frutería conociendo a su dependienta y preguntándole por su gato.
- Aprovechar para acercarte a ese vecino entrado en años; superar la conversación del ascensor, dejar de hablar del tiempo, y ofrecerte para hacerle algún recado…
Oportunidades espirituales
La pandemia será el elemento aglutinador que aúne la voluntad de esta generación. ¿Por qué no dar la vuelta como un calcetín al miedo, a la incertidumbre, a la ansiedad y utilizarlos en nuestro favor?
Desenfundemos la amabilidad para disparar a la frialdad y a la irritabilidad, supliendo la distancia de seguridad con la cercanía de la cordialidad y la preocupación sincera.
Y, a lo mejor, a lo mejor, ese nicho vacío que trae consigo el covid, ese mercado un poco desatendido, lo vas a encontrar con una persona muy especial. Una persona que te pagará generosamente el tiempo que hayas invertido en tratarle, que te escuchará, te atenderá y conseguirá apaciguar tus miedos, angustias e incertidumbres. Alguien que logrará que, a pesar de la pandemia, tú quieras estar donde estás y con quién estás. Si tuviésemos esta visión, no dejaríamos pasar esta oportunidad y explotaríamos al máximo de sus posibilidades. Tampoco desatenderíamos nuestra relación con Dios.
¿Nos paramos y hacemos una búsqueda de nuestros posibles nichos vacíos? ¿Estaba desatendida esa parcela del mercado, ese nicho de nuestra inversión con Dios? ¿Le sacamos rendimiento a esta pandemia?
Mar Dorrio, Aleteia
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