Este corto llegó a mí gracias a mi cuñado Pablo. Y si estás leyendo puedes pensar ¿eso qué importancia tiene? pero lo que sucede es que Pablo tuvo una increíble conversión, es uno de esos jóvenes que ves por la calle pero que no pensarías nunca que sirve en la iglesia. Tiene unas rastas de infarto, que confunden a la gente, porque casi siempre nos apresuramos a juzgar por lo que vemos. Su mamá dice que sus rastas también sirven para evangelizar (y es cierto).
Seguramente a Pablo este corto le pareció lindo, lo compartió con varias personas y hasta ahí. Pero no se imaginó que la loca de su cuñada se sentiría inspirada a escribir luego de que su hermano (el amor de mi vida), me lo enviara emocionado para que me pusiera a teclear como si no hubiera un mañana.
El corto es de Yes He is y se llama «Roto». Una palabra pequeñita que despierta un millón de sentimientos. Roto podemos tener el corazón, el espíritu y hasta el cuerpo. Rota la esperanza, la alegría o las ganas de seguir adelante. Verlo me hizo recordar que todos nos hemos sentido rotos alguna vez, pero que como sucede en el corto, si dejamos que Jesús nos abrace, todo cambia.
Roto estoy por dentro Señor
Yo también me he sentido rota, dañada. He sentido que me quiebro a pedazos, pero luego, con el gesto más inesperado Dios llega y me dice «aquí estoy». A veces nos esforzamos por no derrumbarnos, pero las acciones de otros nos lastiman, nos duelen, nos parecen incoherentes. ¿Por qué el otro se empeña en hacerme daño?
Con esto no estoy queriendo decir que nuestro dolor o sufrimiento se deba únicamente a terceros. El dolor a veces también es la consecuencia de nuestras malas decisiones, de nuestro actuar egoísta y sin sentido. Roto me siento cuando me esfuerzo por actuar con caridad y paciencia, pero el otro me responde a gritos con el corazón lleno de furia.
Roto me siento, cuando otros me rechazan sin atreverse a conocerme. Roto me siento, cuando busco consuelo en mis seres queridos, pero no lo encuentro. Roto me siento cuando parece que mi amor o mis logros, no son suficientes. Cuando clamo a Dios por una respuesta, pero en lugar de ello, solo me martilla el silencio.
Y puede que por fuera no nos veamos rotos, que sonriamos en el trabajo o en casa y que hasta hagamos bromas. Puede que nos parezca más sencillo fingir, que decir en voz alta que nos estamos derrumbando. Puede también, que andemos con el corazón salpicado de rencor y rabia contra Dios, y que nos haga falta agachar la cabeza y pedirle perdón.
Me reconozco frágil y necesitado de tu amor
Cuánto añoramos todos en nuestro interior, el abrazo de Jesús. Cuánto quisiéramos que llegara así como en este corto, a abrazarnos con fuerza, a unir lo que estaba roto, a sanar lo que dolía, a curar lo que lastimaba, a hacer brillar lo que antes permanecía en penumbra.
Cuán sedienta estoy de tu amor Señor, y no solo de tu abrazo, sino de que hagas de mi corazón lo que tú quieras. Pensar en que el amor de Jesús por nosotros no tiene límites, brinda un consuelo inimaginable. El mismo Dios hecho hombre quiso ser como nosotros. Quiso venir al mundo frágil y pequeño, envuelto en pañales.
Quiso crecer como cualquiera, tener amigos, salir a caminar sentarse a la mesa y luego morir de la forma más cruel ¡por amor! Mi Jesús, mi dulce Jesús, sufrió todos los dolores, soportó todas las traiciones, engaños, rechazos, insultos, bofetadas y calumnias. El dolor más sordo y abismal, lo sintió el rey del universo.
Y ese mismo rey es el que viene a pedirnos nuestro ultrajado corazón. ¿Cómo es posible que el rey de reyes tenga que suplicarnos que lo amemos? «Roto» es un increíble recordatorio de que no importa cuán profundas sea las heridas, Dios siempre va a querer recibirnos en sus brazos.
Que el dolor se vaya, pero se quede Jesús
Esto es lo que sucede cuando dejamos que Él entre y sane nuestro dolor. Si lo aceptamos, nos convertimos en fuentes de su amor, en seres capaces de reconocer en el otro nuestra propia fragilidad. El corto termina con esta hermosa frase: «Jesús vino para amarte y restaurar tu corazón roto».
Así que hoy en medio de la oración, cuando estés solo o te vayas a dormir, confiésale en secreto que necesitas de su amor. Que estás harto de buscar y no encontrar, de perseguir y no alcanzar, que te sientes cansado, que se te agotan las fuerzas, pero que esperas que haya espacio en su insondable corazón.❤️
Nory Camargo, catholic-link
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