Hoy celebramos la fiesta de San Matías,
el apóstol elegido para sustituir a Judas Iscariote tras su traición y
muerte, según consta en los Hechos de los Apóstoles. A diferencia de los
demás apóstoles, la vocación de Matías fue única. No fue invitado directamente
por Jesús durante su ministerio terrenal, sino que fue seleccionado por los
Once restantes mediante la oración y el sorteo, tras la Ascensión de
Cristo. Este momento marca un importante traspaso de autoridad, ya que los
apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, continúan la misión de Cristo en
la tierra. En el Evangelio de hoy, oímos a Jesús decir: "Sois mis
amigos si hacéis lo que yo os mando". Matías fue acogido en ese
sagrado círculo de amistad; una amistad enraizada no en el estatus o el
mérito, sino en la fidelidad a Cristo y a su llamada.
Cuando reflexionamos sobre aquellos a
quienes Jesús llamó sus amigos, vemos que los Doce apóstoles eran hombres
corrientes, pescadores, trabajadores, recaudadores de impuestos, sin
ninguna cualificación especial. Sin embargo, Jesús los eligió precisamente
a ellos para que caminaran junto a Él, viendo más allá de sus
limitaciones... hacia el potencial que llevaban dentro. Su amistad se
extendió más allá de los Doce, hasta incluir a María, Marta y Lázaro,
mostrando que su círculo era amplio, diverso y abierto a todos los que le
acogían. En la lectura de hoy, Cristo revela que la amistad es la forma más
elevada de relación que Él ofrece: no servidumbre, sino una participación
profunda y personal en Su amor e intimidad con el Padre. Ser llamado amigo
de Cristo es ser atraído al corazón mismo de Dios, participando en su vida
y en su misión.
Comparto con ustedes un hermoso grabado
de Lucas Cranach el Viejo, que representa el martirio de San Matías.
Cranach, renombrado artista renacentista alemán y amigo íntimo de Martín
Lutero, era conocido por su habilidad para mezclar temas religiosos con la
inmediatez emocional. En esta obra, el manto desechado de Matías se ve
claramente en primer plano. Simboliza su vida, ya despojada, arrojada. La
atención al detalle y la composición que caracterizan a Cranach dan vida al
sacrificio de Matías, recordándonos que este apóstol lo dio todo, incluso
su vida, por amor a Cristo, su amigo.
Los detalles exactos de la muerte de San
Matías son inciertos, ya que los relatos de su martirio varían. Según
algunos, fue decapitado con un hacha en Jerusalén, mientras que otros
afirman que fue crucificado o apedreado en regiones como la Cólquida (actual
Georgia) o Etiopía, donde se cree que predicó el Evangelio. En cuanto a su
entierro, la tradición sostiene que sus reliquias fueron llevadas a
Tréveris (Alemania), donde permanecen en la Basílica de San Matías, la
única tumba apostólica al norte de los Alpes.
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