Por la señal,…
Acto de contrición y Oración preparatoria.
MEDITACIÓN: LA SÚPLICA. «Concededme, os lo suplico, el favor que solicito».
Aunque fuese yo el único que os dirigiese mi súplica, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, la vista de mi fragilidad, de mis faltas, de mis ingratitudes, no sería suficiente para destruir la filial confianza que tengo en Vos, cerraría los ojos sobre mi indignidad, y el clamor de mi alma llegaría hasta los pies de vuestro trono.
Mas estoy muy lejos de encontrarme solo suplicándoos.
Dichoso miembro de esta piadosa y amada Asociación que os invoca bajo el hermoso título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, tengo miles de hermanos y hermanas que ruegan conmigo y por mí. Militan en este nuevo ejército de cristianos, consagrados a Vuestra gloria, muchos santos y una multitud de fieles de todas las edades y de todo mérito; y esta grande familia extendida por toda la superficie de la tierra no forma más que un solo corazón y una sola alma; todas las intenciones están unidas y cada uno ruega por las intenciones de todos.
Os ofrezco, pues, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, todas las oraciones de tantas almas fervorosas, y en consideración de sus virtudes os suplico que concedáis el favor que solicito…
Si nunca hubierais atendido a los pecadores ¡oh mi buena Madre!, sería grande mi temeridad en presentarme el primero; hay sin embargo algo que me movería a hacerlo sin temor… Pero más fácil sería contar las arenas de una playa que calcular el número de pecadores favorecidos por vuestra protección y atendidos en sus ruegos.
¿Y por ventura no, vemos, ¡oh Nuestra Señora del Sagrado Corazón!, la prontitud con que nos colmáis de bienes en vuestra amada Asociación?
¡Cuántos miles de acciones de gracias suben diariamente hacia Vos de entre nuestros hermanos!
¡Cuántas curaciones consideradas imposibles! ¡Cuántas conversiones notables que parecían desesperadas!
¡Cuántas pruebas auténticas de estas maravillas en vuestros Santuarios!
¡Cuántos exvotos, cuántas inscripciones sobre el mármol publican vuestros favores!
¡Cuántas lámparas y cirios encendidos en vuestro altar como testimonio de reconocimiento!
¿Queréis acaso, ¡oh María!, que sea yo el único que os invoque en vano? ¿No querréis, antes bien, obligarme a daros gracias y darme a conocer una vez más que sois verdaderamente Nuestra Señora del Sagrado Corazón?
Acuérdate Nuestra Señora del Sagrado Corazón,
de las maravillas que Dios hizo en ti.
Te escogió como Madre de su Hijo
a quien seguiste hasta la cruz.
Te glorificó con Él, escuchando con agrado
tus plegarias por todos los hombres.
Llenos confianza en el amor del Señor
y en tu intercesión, venimos contigo
a las fuentes de su corazón
de donde brotan para la vida del mundo,
la esperanza y el perdón,
la fidelidad y la salvación.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón:
Tú conoces nuestras necesidades,
habla al Señor por nosotros y por todos
los hombres.
Ayúdanos a vivir en su amor,
para eso, alcánzanos las gracias
que le pedimos
y las que necesitamos.
Tu petición de Madre es poderosa:
Que Dios responda a nuestra esperanza.
Amén
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