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jueves, 22 de mayo de 2025

Evangelio del día

 


Libro de los Hechos de los Apóstoles 15,7-21.

Al cabo de una prolongada discusión, Pedro se levantó y dijo: "Hermanos, ustedes saben que Dios, desde los primeros días, me eligió entre todos ustedes para anunciar a los paganos la Palabra del Evangelio, a fin de que ellos abracen la fe.
Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio en favor de ellos, enviándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros.
El no hizo ninguna distinción entre ellos y nosotros, y los purificó por medio de la fe.
¿Por qué ahora ustedes tientan a Dios, pretendiendo imponer a los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos soportar?
Por el contrario, creemos que tanto ellos como nosotros somos salvados por la gracia del Señor Jesús".
Después, toda la asamblea hizo silencio para oír a Bernabé y a Pablo, que comenzaron a relatar los signos y prodigios que Dios había realizado entre los paganos por intermedio de ellos.
Cuando dejaron de hablar, Santiago tomó la palabra, diciendo: "Hermanos, les ruego que me escuchen:
Simón les ha expuesto cómo Dios dispuso desde el principio elegir entre las naciones paganas, un Pueblo consagrado a su Nombre.
Con esto concuerdan las palabras de los profetas que dicen:
Después de esto, yo volveré y levantaré la choza derruida de David; restauraré sus ruinas y la reconstruiré,
para que el resto de los hombres busque al Señor, lo mismo que todas las naciones que llevan mi Nombre. Así dice el Señor, que da
a conocer estas cosas desde la eternidad.
Por eso considero que no se debe inquietar a los paganos que se convierten a Dios,
sino que solamente se les debe escribir, pidiéndoles que se abstengan de lo que está contaminado por los ídolos, de las uniones ilegales, de la carne de animales muertos sin desangrar y de la sangre.
Desde hace muchísimo tiempo, en efecto, Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores que leen la Ley en la sinagoga todos los sábados".


Salmo 96(95),1-2a.2b-3.10.

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.

Día tras día, proclamen su victoria.
Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.


Evangelio según San Juan 15,9-11.

Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

Vida de San Francisco de Asís llamada “Anónimo de Perusa” (siglo XIII)
§ 97


«Permanezcan en mi amor»

Desde el día de su conversión hasta el día de su muerte, el bienaventurado Francisco ha tratado siempre duramente a su cuerpo. Pero su principal y suprema preocupación ha sido poseer y conservar siempre, tanto en el interior como en el exterior, su gozo espiritual. Afirmaba que si el servidor e Dios se esforzaba en poseer y conservar el gozo espiritual interior y exterior que procede de la pureza de corazón, los demonios no podrían hacerle ningún mal, forzados a reconocer: «Puesto que este servidor de Dios conserva su gozo tanto en la tribulación como en la prosperidad, no podemos encontrar ningún resquicio por donde dañar su alma.»
Un día, riñó a uno de sus compañeros que parecía estar triste y con el rostro apenado: «¿Por qué manifiestas así la tristeza y el dolor que sientes de tus pecados? Es un asunto entre Dios y tu. Pídele que te dé, por su bondad, el gozo de la salvación (salmo 50,14). Delante de mi y delante de los demás, procura presentarte siempre gozoso, porque no es bueno que un servidor de Dios aparezca delante de los hermanos o de los otros hombres con un rostro triste y enfurruñado». (EDD)

Reflexión sobre la pintura puntillista

En el Evangelio de hoy, escuchamos a Jesús hablar de su deseo de que sus discípulos experimenten la verdadera alegría. Dice: "Os he hablado para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea plena". Nótese que no habla de la alegría en general, sino de su propia alegría, una alegría profundamente arraigada en su relación con el Padre. Estas palabras fueron pronunciadas en la víspera de su crucifixión, un momento de gran sufrimiento. Y, sin embargo, Jesús podía seguir hablando de alegría porque ésta brotaba de su convicción inquebrantable de que era infinitamente amado por Dios. Si nos damos cuenta de que también nosotros somos amados con ese mismo amor infinito, también podremos compartir esa alegría... una alegría que no depende de las circunstancias, sino de la relación divina.

La alegría que ofrece Cristo no es simplemente una disposición alegre o el simple placer de vivir. El historiador francés Jules Michelet describió la alegría de vivir como "un estado armonioso, una existencia pacífica dentro de la naturaleza". Esta alegría más terrenal vinculada a la naturaleza está bellamente ilustrada en el cuadro puntillista de Paul Signac, In El tiempo de la armonía, familias y amigos disfrutan de un día soleado junto al mar: los niños juegan, los hombres compiten en la petanca, las mujeres ríen y bailan, alguien pinta a la sombra. Título completo del cuadro, La Edad de Oro no está en el pasado, está en el futuro, se hace eco de una visión llena de esperanza del florecimiento humano. Esta alegría natural es real y buena, pero la alegría de la que habla Jesús es mucho más profunda.

De hecho, en los Evangelios, la alegría aparece como uno de los rasgos definitorios de la vida cristiana. Es el signo visible de un corazón lleno del Espíritu Santo y figura entre los principales frutos de una vida vivida en Cristo. Lejos de ser una emoción pasajera, la alegría cristiana es duradera. Nace de saberse sostenido por el amor de Dios, pase lo que pase en la vida.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración

Dame, Señor, el don de la alegría, que canta sin reservas, la belleza del mundo, la grandeza del hombre, la bondad de su Dios.
Dame, Señor, el don de la alegría, que me haga siempre joven, aunque los años pasen; la alegría que llena de luz el corazón.
Dame, Señor, el don de la alegría, que colma de sonrisas, de abrazos y de besos, el encuentro de amigos, la vida y el amor.
Dame, Señor, el don de la alegría, que me una contigo, el Dios siempre presente, en quien todo converge y en quien todo se inspira.
Dame, Señor, el don de la alegría, que alienta el corazón y nos muestra un futuro lleno de bendiciones, a pesar del dolor.
Amén.

(Padre Sergio)












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