(Nota: En el Perú y otros países de AL celebramos la fiesta de Santa Marina de Jesús Paredes del Ecuador, lecturas Ap 21, 1-5 o bien Flp 4, 4-9 y Mt 11, 25-30)
Libro de los Hechos de los Apóstoles 16,11-15.
En aquellos días, nos embarcamos en Tróade y fuimos derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. |
De allí fuimos a Filipos, ciudad importante de esta región de Macedonia y colonia romana. Pasamos algunos días en esta ciudad, |
y el sábado nos dirigimos a las afueras de la misma, a un lugar que estaba a orillas del río, donde se acostumbraba a hacer oración. Nos sentamos y dirigimos la palabra a las mujeres que se habían reunido allí. |
Había entre ellas una, llamada Lidia, negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios. El Señor le tocó el corazón para que aceptara las palabras de Pablo. |
Después de bautizarse, junto con su familia, nos pidió: "Si ustedes consideran que he creído verdaderamente en el Señor, vengan a alojarse en mi casa"; y nos obligó a hacerlo. |
Salmo 149(148),1-2.3-4.5-6a.
Canten al Señor un canto nuevo, |
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; |
que Israel se alegre por su Creador |
y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. |
Celebren su Nombre con danzas, |
cántenle con el tambor y la cítara, |
porque el Señor tiene predilección por su pueblo |
y corona con el triunfo a los humildes. |
Que los fieles se alegren por su gloria |
y canten jubilosos en sus fiestas. |
Glorifiquen a Dios con sus gargantas; |
ésta es la victoria de todos sus fieles. |
Evangelio según San Juan 15,26-27.16,1-4a.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: |
«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. |
Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. |
Les he dicho esto para que no se escandalicen. |
Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. |
Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. |
Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho.» |
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
![]() | San Gregorio Magno (c. 540-604) |
Elevar el espíritu hasta la esperanza de la gloria
Si la santa Iglesia soporta las adversidades de la vida presente, es porque es conducida por una gracia de lo Alto, hasta las recompensas eternas. Desprecia la muerte de su carne, porque aspira a la gloria de la resurrección. Es transitorio lo que ella sufre, perpetuo lo que espera. Los bienes perpetuos no le inspiran ninguna duda, porque posee ya un testimonio fiel en la gloria de su Redentor. Ella ve en espíritu la resurrección de su carne y se levanta con todas sus fuerzas hacia la esperanza. Lo que ve ya cumplido en su Cabeza, se cumplirá un día en el Cuerpo de su Redentor, es decir en ella misma. Tal es su inquebrantable esperanza. (…) |
Como la esperanza de la resurrección está fortificada en la Iglesia por la esperanza de la resurrección del Señor, habría que agregar que hay en el cielo un testigo fiel. La Iglesia tiene ya como testigo al Resucitado de entre los muertos, que está en los cielos. |
Así, cuando sufre una adversidad, cuando está agotado por duras tribulaciones, el pueblo fiel puede elevar su espíritu hasta la esperanza de la gloria que lo espera. Funda su confianza en la resurrección de su Redentor “Aún ahora, mi testigo está en el cielo y mi garante, en las alturas” (Jb 19,19). Tenemos el derecho de llamarlo garante porque conoce nuestra naturaleza, no solamente por crearla, sino también al asumirla. Ya que para él conocer nuestra condición es haberla aceptado. (EDD) |
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ORACIÓN POR LA FE
Señor, yo creo, yo quiero creer en Ti
Señor, haz que mi fe sea pura, sin reservas, y que penetre en mi pensamiento, en mi modo de juzgar las cosas divinas y las cosas humanas.
Señor, haz que mi fe sea libre, es decir, que cuente con la aportación personal de mi opción, que acepte las renuncias y los riesgos que comporta y que exprese el culmen decisivo de mi personalidad: creo en Ti, Señor.
Señor, haz que mi fe sea cierta: cierta por una congruencia exterior de pruebas y por un testimonio interior del Espíritu Santo, cierta por su luz confortadora, por su conclusión pacificadora, por su connaturalidad sosegante.
Señor, haz que mi fe sea fuerte, que no tema las contrariedades de los múltiples problemas que llena nuestra vida crepuscular, que no tema las adversidades de quien la discute, la impugna, la rechaza, la niega, sino que se robustezca en la prueba íntima de tu Verdad, se entrene en el roce de la crítica, se corrobore en la afirmación continua superando las dificultades dialécticas y espirituales entre las cuales se desenvuelve nuestra existencia temporal.
Señor, haz que mi fe sea gozosa y dé paz y alegría a mi espíritu, y lo capacite para la oración con Dios y para la conversación con los hombres, de manera que irradie en el coloquio sagrado y profano la bienaventuranza original de su afortunada posesión.
Señor, haz que mi fe sea activa y dé a la caridad las razones de su expansión moral de modo que sea verdadera amistad contigo y sea tuya en las obras, en los sufrimientos, en la espera de la revelación final, que sea una continua búsqueda, un testimonio continuo, una continua esperanza.
Señor, haz que mi fe sea humilde y no presuma de fundarse sobre la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento, sino que se rinda al testimonio del Espíritu Santo, y no tenga otra garantía mejor que la docilidad a la autoridad del Magisterio de la Santa Iglesia. Amén.
Papa Pablo VI
(Pronunciada en la Audiencia general del 30 de octubre de 1968)
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