Los Evangelios nos dicen que José era un
artesano experto, un carpintero. En el contexto de una pequeña aldea, ese
oficio le habría reportado algunos ingresos, suficientes para mantener un
hogar modesto pero estable. Aunque no eran ricos, la Sagrada Familia
probablemente vivía con cierto grado de autosuficiencia. A pocos kilómetros
de Nazaret, la ciudad de Séforis estaba siendo desarrollada por Herodes
Antipas durante los primeros años de Jesús. Todavía hoy pueden verse los
restos de esa ciudad. Es posible que José, como comerciante, encontrara
trabajo allí durante su construcción o tal vez suministrara parte de su
trabajo de carpintería para apoyar los esfuerzos de construcción. Hoy, al honrar a José el Obrero,
reflexionamos sobre cómo su trabajo cotidiano mantenía a su familia día a
día. Su compromiso silencioso y firme contribuyó a crear un entorno seguro
en el que Jesús pudo crecer hasta la edad adulta. El papel de José en la
crianza del joven Jesús, tanto en el apoyo práctico como en la formación
espiritual, es tal vez más importante de lo que a menudo nos damos cuenta.
Junto con María, ayudó a cultivar una vida hogareña llena de fe en la que
pudo florecer la relación de Jesús con Dios. El ejemplo de José nos
recuerda que el compromiso fiel con nuestras responsabilidades cotidianas
puede tener efectos duraderos y de gran alcance. Georges de La Tour José el
Carpintero es una reflexión silenciosa y poderosa. A primera
vista, la escena parece sencilla: el joven Jesús está de pie junto a su
padre terrenal, que trabaja a la luz de las velas en una habitación a
oscuras. José, representado como un anciano, taladra un trozo de madera con
una barrena, cuya forma (larga y estrecha) recuerda visualmente a un
crucifijo, aludiendo sutilmente a la cruz en la que Cristo sufrirá algún
día. La luz de la vela, colocada entre Jesús y José, proyecta una luz
cálida y resplandeciente que ilumina suavemente el rostro sereno y
contemplativo de Jesús, y simboliza a Cristo como Luz del Mundo.
Curiosamente, Jesús parece proteger la llama con la mano, un gesto lleno de
significado. Sugiere su conciencia de la luz frágil pero divina que lleva
para la humanidad, y evoca la naturaleza oculta de la Encarnación cuando
era un niño. La quietud y la intimidad generales de la escena reflejan la
santidad doméstica de la Sagrada Familia, al tiempo que llaman nuestra
atención sobre el carácter sagrado del trabajo ordinario. José, absorto en
su oficio, encarna la dignidad del trabajo, mostrando cómo las tareas
cotidianas pueden convertirse en actos de devoción. |
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