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lunes, 22 de noviembre de 2021

¿Recuerdas el Evangelio del Sábado pasado?


Evangelio según San Lucas 20,27-40.

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección,
y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda.
Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
El segundo
se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia.
Finalmente, también murió la mujer.
Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?".
Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan,
pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.
Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él".
Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien".
Y ya no se atrevían a preguntarle nada.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Comentario


Bulle

San Paciano (¿-c. 390)
obispo de Barcelona
Sermón sobre el bautismo, 6


«La vida es Cristo»

Ya no estamos sujetos a la muerte. Aun cuando nuestro cuerpo sea destruido; viviremos en Cristo, como él mismo lo ha dicho: «El que cree en mi aunque haya muerto, vivirá» (Jn 12:25). Podemos estar seguros; el mismo Señor es testigo; que Abrahán, Isaac, Jacob y todos los santos de Dios viven. A propósito de ellos el Señor ha dicho: «Todos viven, porque Dios es Dios de vivos y no de muertos.» Y el apóstol Pablo dice de sí mismo: «para mí la vida es Cristo, y el morir significa una ganancia, desearía morir para estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor» (Fl 1:21-23).
Esto es lo que creemos, hermanos míos, y «si nuestra esperanza en Cristo no va más allá de esta vida, somos los más miserables de todos los hombres» (1 Cor 15:19). La vida de este mundo, para los animales domésticos, los salvajes y para los pájaros, es; como lo podéis constatar, más o menos larga como la nuestra. Lo que es propio del hombre, es que Cristo le ha dado su Espíritu, es decir, la vida eterna, a condición que renunciemos desde ahora al pecado. Porque la muerte es fruto del pecado y es vencida por la virtud. La vida se destruye por el pecado y se conserva por la virtud. «En efecto, el salario del pecado es la muerte, mientras que Dios nos ofrece como don la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor» (Rm 6:23) (EDD)

Oración

Jesús, despierta en nosotros la confianza
en ese misterio de Bondad insondable que es Dios,
ese Padre que nos ama con entrañas de Madre.
Ningún ser humano está solo.
Nadie vive olvidado.
Ninguna queja cae en el vacío.

Jesús, que la pandemia no nos robe la esperanza.
Recuérdanos que no estamos solos,
perdidos en la historia,
enredados en nuestros conflictos y contradicciones,
que tenemos un Padre que, por encima de todo,
busca nuestro bien.

Para que nunca perdamos la esperanza de creer
en nuestra propia resurrección, más allá de la muerte.
Solo entonces descubriremos que nuestros esfuerzos
por un mundo más humano y dichoso
no se han perdido en el vacío.
Solo entonces experimentaremos
que lo que aquí ha quedado a medias,
lo que no ha podido ser, lo que hemos estropeado
con nuestros errores y torpezas,
lo que hemos construido con gozo o con lágrimas,
todo quedará transformado.
Entonces escucharemos desde el misterio de la Bondad
insondable de Dios estas palabras admirables:
“Yo soy el origen y el fin de todo.
Al que tenga sed yo le daré gratis
del manantial del agua de la vida” (Ap 21, 6).
¡Gratis!, sin merecerlo, así saciará Dios
la sed de vida eterna que todos los humanos
sentimos dentro de nosotros

(grupodejesus.com)




























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