De Francia a Concepción (Chile), un periplo sin ningún tipo de interés turístico y que implica un auténtico cambio de vida con el fin de trabajar por los demás
“¿Qué mueve a una familia a dejarlo todo y salir de su país para ponerse al servicio de la Iglesia? ¿Te has planteado dejarlo todo por el Señor y por los hermanos?”
Estas preguntas, que se hace la Iglesia de Chile, son las que cualquiera se podría hacer al conocer el caso de esta familia francesa.
Según una crónica publicada en ese medio, Paul Cruse y su esposa Marie-Liesse han tomado una decisión un poco “loca”. Este matrimonio francés, junto a sus tres hijos Agathe (7), Henri (5) y Jean (3), dejó a todos sus afectos más cercanos para trasladarse a Chile.
Pero no lo hicieron con el fin de encontrar un trabajo mejor o realizar algún periplo turístico durante algún tiempo en la otra parte del mundo. El verdadero motor de la decisión tuvo que ver con buscar hacer algo por los demás.
Espíritu de servicio
La voluntad de trabajar por los demás venía haciendo mella en la mente de este matrimonio desde hace algunos años, pero fue en 2020 el momento de la decisión. Fue ahí que se pusieron en contacto con Fidesco, una organización católica de solidaridad internacional.
“Fidesco envía voluntarios que ponen sus habilidades profesionales al servicio de proyectos de desarrollo que la Iglesia local lleva a cabo en los países del sur”, recuerda la web de la organización al hacer referencia a su misión.
Efectivamente, se trata de una organización que incluye a voluntarios con espíritu de servicio y con deseos de ser testigos de esperanza en otros países. Detrás de todo esto también se encuentra la Comunidad de Emmanuel.
Paul reconoció también que tenían familiares vinculados a la Comunidad Emmanuel y que cuando se pusieron en contacto con Fidesco firmaron “una hoja en blanco”.
Efectivamente, en ese momento lo único que quedaba en constancia era que “toda la familia estaba disponible para la misión durante dos años”, prosigue la Iglesia de Chile.
A la espera de la misión
Fue así que, en base al perfil de la familia, la organización decidió enviarlos a Chile, más específicamente a la localidad de Concepción.
Paul junto a Marie-Liesse y sus hijos llegaron recientemente a Santiago, donde tuvieron una instancia de cuarentena por la pandemia del coronavirus, y posteriormente se dirigieron a la Casa Betania en Concepción, sitio en el que estarán un mes.
Lo que resta ahora para esta familia es poder reunirse con el arzobispo de Concepción,, monseñor Fernando Chomali, para conocer específicamente cuál será el trabajo y misión que desarrollarán en el lugar.
Mientras tanto, ahí estas personas, ejemplo de algo distinto y aquello de dejarlo todo (y en familia) para ponerse a trabajar por Dios lejos del lugar de origen.
Pablo Cesio - Aleteia Chile
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