6 poderosas y eficaces armas espirituales a tu alcance que puedes usar por tu salvación eterna y la conversión de las personas
«Pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas».
Efesios 6, 13
Primero debes recuperar y conservar tu estado de gracia, custodiarlo como un tesoro. Es lo fundamental.
Tener presencia de Dios, ser un sagrario vivo donde habite Jesús. Vivir con naturalidad y alegría tu fe.
Luego instruirte, para saber cómo responder a estos ataques. Ora, pide discernimiento al Espíritu Santo, lee la Biblia, el Catecismo de la Iglesia, y libros de crecimiento espiritual. Conoce y fortalece tu fe.
Tenemos armas muy poderosas contra las que el demonio no puede:
- La verdad, pues no la soporta. Es el padre de la mentira.
- La fe, que nos hace mover montañas. La Biblia nos habla del escudo de la fe.
- Los sacramentos que nos fortalecen.
- El escapulario.
- La humildad, es fundamental, lo desarma. El demonio es orgulloso, fue lo que ocasionó su caída. San Francisco de Sales aseguraba: “El arma más poderosa para vencer al diablo es la humildad”.
- La oración, que tiene el poder de cambiar la historia.
Debemos usar estas armas con coraje, sin miedo y con misericordia, no ver pasivamente como se ataca nuestra iglesia santa, católica y apostólica.
Aleteia te brinda una oración para proteger a tu familia contra el demonio.
La fuerza de la oración
Recuerda que siempre nos queda el recurso de la oración fervorosa. Por algo en las Sagradas Escrituras nos exportan:
«Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca”.
Efesios 6
Pidamos a la Inmaculada su protección maternal, para la Iglesia y el mundo.
Reza el Rosario, que es una oración cristocéntrica y tanto agrada a nuestra Madre del cielo, la Inmaculada y siempre Virgen María.
Debes rezar confiando, pidiendo a Dios la conversión de estas almas, nuestra salvación eterna y también la conversión y salvación de los grandes pecadores.
Santa Eufrasia solía decir esta frase que se me ha quedado clavada en el corazón:
“Un alma vale más que un mundo”.
Toda alma es valiosa.
Claudio de Castro, Aleteia
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