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viernes, 4 de octubre de 2024

Evangelio del día

 


Libro de Job 38,1.12-21.40,3-5.

El Señor respondió a Job desde la tempestad, diciendo:
«¿Has mandado una vez en tu vida a la mañana, le has indicado su puesto a la aurora,
para que tome a la tierra por los bordes y sean sacudidos de ella los malvados?
Ella adquiere forma como la arcilla bajo el sello y se tiñe lo mismo que un vestido:
entonces, a los malvados se los priva de su luz y se quiebra el brazo que se alzaba.
¿Has penetrado hasta las fuentes del mar y has caminado por el fondo del océano?
¿Se te han abierto las Puertas de la Muerte y has visto las Puertas de la Sombra?
¿Abarcas con tu inteligencia la extensión de la tierra? Indícalo, si es que sabes todo esto.
¿Por dónde se va adonde habita la luz y dónde está la morada de las tinieblas,
para que puedas guiarla hasta su dominio y mostrarle el camino de su casa?
¡Seguro que lo sabes, porque ya habías nacido y es muy grande el número de tus días!
Y Job respondió al Señor:
¡Soy tan poca cosa! ¿Qué puedo responderte? Me taparé la boca con la mano.
Hablé una vez, y no lo voy a repetir; una segunda vez, y ya no insistiré.»


Salmo 139(138),1-3.7-8.9-10.13-14ab.

Señor, tú me sondeas y me conoces,
tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
te das cuenta si camino o si descanso,

y todos mis pasos te son familiares.
¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;

si me tiendo en el Abismo, estás presente.
Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar,
también allí me llevaría tu mano

y me sostendría tu derecha.
Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el seno de mi madre:
te doy gracias porque fui formado

de manera tan admirable.


Evangelio según San Lucas 10,13-16.

¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza.
Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno.
El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Juan Pablo II (1920-2005)
papa
Encíclica “Redemptoris missio”, § 38-39 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)


«El que os escucha a vosotros a mí me escucha ; el que os rechaza a vosotros a mí me rechaza »

Nuestro tiempo es dramático y al mismo tiempo fascinador. Mientras por un lado los hombres dan la impresión de ir detrás de la prosperidad material y de sumergirse cada vez más en el materialismo consumista, por otro, manifiestan la angustiosa búsqueda de sentido, la necesidad de interioridad, el deseo de aprender nuevas formas y modos de concentración y de oración. No sólo en las culturas impregnadas de religiosidad, sino también en las sociedades secularizadas, se busca la dimensión espiritual de la vida como antídoto a la deshumanización… La Iglesia tiene un inmenso patrimonio espiritual para ofrecer a la humanidad: en Cristo, que se proclama «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6).
La Iglesia debe de ser fiel a Cristo; ella es su cuerpo y recibe la misión de hacerle presente. Es necesario que “siga el mismo camino que Cristo, el camino de la pobreza, de la obediencia, del servicio y de la inmolación de sí hasta la muerte, de la cual salió victorioso por su resurrección” (Vaticano II, AG 59). Así pues, la Iglesia debe hacer todo lo posible para realizar su misión en el mundo y llegar a todos los pueblos; tiene también el derecho, concedido por Dios, de llevar a cabo la realización de su plan. La libertad religiosa, a veces todavía limitada o restringida, es la condición y la garantía de todas las libertades que fundamentan el bien común de las personas y de los pueblos. Es de desear que se conceda a todos y en todo lugar la verdadera libertad religiosa… Se trata de un derecho inalienable de toda persona humana.
Por otra parte, la Iglesia se dirige al hombre en el respeto total hacia su libertad; la misión no restringe la libertad sino que la favorece. La Iglesia propone; no impone jamás; respeta a las personas y a las culturas, y se detiene ante el altar de la conciencia. A los que, bajo diversos pretextos, se oponen a su actividad misionera, la Iglesia les repite: “¡Abrid las puertas a Cristo!”   (EDD)

Oración

Derrama Tu Espíritu Santo para que me inspiren estas palabras
de las Sagradas Escrituras.

Mueve en mi alma el deseo a renovar mi fe y profundizar en mi
relación con tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, para que pueda
verdaderamente creer y vivir la Buena Nueva.

Abre mi corazón para que pueda oír el Evangelio y dame con -
anza para proclamar la Buena Nueva a los demás.

Derrama Tu Espíritu para que me fortalezca y así pueda ser testigo
del Evangelio en mi vida diaria por medio de mis palabras y
acciones.

Que en los momentos de dudas recuerde:
Si no yo, entonces ¿quién proclamará el Evangelio?
Si no es ahora, entonces ¿cuándo se proclamará el Evangelio?
Si no proclamo la verdad del Evangelio, entonces,
¿qué proclamaré?

Dios, nuestro Padre, te ruego que por medio del Espíritu Santo,
pueda oír el llamado a la Nueva Evangelización para profundizar
en mi fe, crecer en la confianza para poder proclamar el
Evangelio, y ser testigo valiente de la gracia salvadora de tu
Hijo, Jesucristo, quien vive y reina contigo, en la unidad del
Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

(usccb)













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