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viernes, 7 de noviembre de 2025

10 aspectos a tener en cuenta para crecer en humildad, virtud fundamental para alcanzar la santidad

La humildad es una virtud  que eleva hacia la santidad

La humildad es una virtud que eleva hacia la santidad

La humildad es una virtud esencial e indispensable para el camino hacia santidad. Sin embargo, en muchas ocasiones no resulta fácil alcanzarla, pues implica salir de uno mismo y renunciar al propio yo poniendo al otro por delante.

Sin embargo, Jesús insistió una y otra vez en la importancia de la humidad para hallar el favor de Dios, pues en la Escritura ya se dice Dios rechaza a los orgullosos y ensalza a los humildes.

Dado que esta virtud es esencial para el crecimiento en santidad, el padre Ed Broom ofrece en su página web 10 ayudas para construir un edificio espiritual de santidad, esforzándonos por alcanzar la virtud de la humildad.

1.La oración.

Se dice que somos más grandes y sublimes ante Dios cuando estamos de rodillas. Esto significa, por supuesto, estar de rodillas ante el Dios Todopoderoso y Supremo en oración. Al orar, reconocemos nuestra dependencia de Dios y no de nosotros mismos. En palabras del “Doctor de la gracia”, san Agustín, tan pertinentes a la virtud de la humildad relacionada con la oración: "Todos somos mendigos ante Dios".

2. Dar las gracias

Qué importante es para nosotros, en nuestro camino hacia la santidad, cultivar una actitud de gratitud y decir a menudo, tanto a Dios como a las muchas buenas personas que nos rodean, esas dos palabras tan importantes: “¡Gracias!”. Las personas humildes se esfuerzan por dar las gracias a los demás. Jesús se sintió consternado y dolido cuando, después de sanar a los diez leprosos, solo uno regresó a darle las gracias. Este, además de agradecido, se mostró humilde, reconociendo que su sanación era un don puro del Corazón de Jesús, el Médico Divino.

3. Ocupar el último lugar

Jesús nos ofrece la parábola del banquete. Muchos se agolpaban para conseguir el mejor lugar, el asiento más cercano al anfitrión. Jesús advirtió que, al ser invitados, debemos ocupar el último lugar y no el primero. Así seremos los primeros ante los ojos de Dios. ¡Esta es una señal de humildad!

4. Alabar y no maldecir

Nuestra tendencia natural, cuando vamos en la carretera y alguien nos cierra el paso, es decir palabrotas, incluso maldecir al conductor grosero. Esta es una reacción totalmente "natural", pero no sobrenatural. Jesús quiere que amemos a nuestros enemigos y que oremos por quienes nos persiguen. Estos mandamientos los expresa Jesús en el Sermón de la Montaña, en el Padre Nuestro, y también cuando colgaba de la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

5. Elogiar los dones de los demás.

Una de las actitudes más tóxicas en la vida espiritual es la envidia y los celos. Cuando cedemos a estos sentimientos negativos, herimos a Dios, a nosotros mismos y a los demás. Pero, por otro lado, al elogiar o felicitar a alguien que tal vez no nos agrada del todo, ganamos la batalla espiritual. ¡En verdad, es una victoria de humildad!

6. Saludar primero

Imagina esta escena que todos hemos vivido, quizás con bastante frecuencia. Caminas hacia alguien conocido y la distancia entre ustedes se acorta. ¿Esperas a que te saluden primero o tomas la iniciativa de saludar a quien se acerca? Puede parecer insignificante, pero quien toma la iniciativa de saludar primero practica una serie de virtudes. ¿Cuáles son? Caridad, cortesía, hospitalidad, afabilidad y, por supuesto, humildad. Ponemos a la otra persona antes que a nosotros mismos, y eso es humildad.

7. ¡Lo siento!

¡Esta es una frase importante! ¡Más fácil decirlo que hacerlo! Cuando cometemos un error, ofendemos a alguien o fallamos de una u otra forma, es muy fácil racionalizar, justificar o simplemente esconder la culpa como si nada hubiera pasado, o como si ni siquiera hubiera ocurrido. ¡Qué insidioso y extendido está el orgullo! Una persona humilde es una persona honesta y es capaz de admitir su error y decir esas tres palabras tan difíciles, pero llenas de humildad: ¡Lo siento! ¡Cuántas relaciones se han reparado y restaurado simplemente con esas palabras tan humildes: ¡Lo siento!

8. Escuchar con atención

Santiago lo expresa claramente: «Seamos lentos para hablar y prontos para escuchar» (Santiago 3: Los pecados de la lengua). Quien quiere monopolizar la conversación y se niega a escuchar suele estar lleno de orgullo y egoísmo. En cambio, quien se esfuerza por escuchar atentamente, animar y no buscar siempre tener la última palabra, demuestra gran humildad y suele agradar mucho a Jesús, quien fue el mejor de los oradores y también el mejor de los oyentes (Lucas 24: Jesús y los discípulos de Emaús).

9. Confesar

Sin duda, cada vez que nos preparamos y hacemos una buena confesión sacramental, nuestra humildad aumenta considerablemente. Confesar con transparencia, sinceridad y honestidad nuestras faltas morales a otra persona, el sacerdote que representa a Cristo, exige gran humildad. A nadie nos gusta exponer nuestras imperfecciones espirituales, pero es necesario hacerlo si queremos ascender en la escala de la humildad y la santidad.

10. Devoción a María

Nuestra Señora, la Santísima Virgen María, es el camino más seguro, rápido y eficaz hacia Jesús. En la obra Verdadera Devoción a María, de San Luis María Grignion de Montfort, este gran santo mariano exalta a María y diez de sus virtudes más sublimes. Entre las virtudes más destacadas de María se encuentra su profunda humildad. De todas las criaturas de Dios, María fue la más grande, pero también, con mucho, la más humilde. Reconoció que todos sus dones, talentos y virtudes eran dones puros de Dios, el Dador de todos los dones.

ReL

Vea tambièn    La Virtud de la Humildad


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