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lunes, 10 de noviembre de 2025

Evangelio del dìa - Memoria de San León I Magno Papa


 

Libro de la Sabiduría 1,1-7.

Amen la justicia, ustedes, los que gobiernan la tierra, piensen rectamente acerca del Señor y búsquenlo con sencillez de corazón.
Porque él se deja encontrar por los que no lo tientan, y se manifiesta a los que no desconfían de él.
Los pensamientos tortuosos apartan de Dios, y el Poder puesto a prueba, confunde a los insensatos.
La Sabiduría no entra en un alma que hace el mal ni habita en un cuerpo sometido al pecado.
Porque el santo espíritu, el educador, huye de la falsedad, se aparta de los razonamientos insensatos, y se siente rechazado cuando sobreviene la injusticia.
La Sabiduría es un espíritu amigo de los hombres, pero no dejará sin castigo las palabras del blasfemo, porque Dios es el testigo de sus sentimientos, el observador veraz de su corazón, y escucha todo lo que dice su lengua.
Porque el espíritu del Señor llena la tierra, y él, que mantiene unidas todas las cosas, sabe todo lo que se dice.


Salmo 139(138),1-3.4-6.7-8.9-10.

Señor, tú me sondeas y me conoces,
tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
te das cuenta si camino o si descanso,
y todos mis pasos te son familiares.
Antes que la palabra esté en mi lengua,

tú, Señor, la conoces plenamente;
me rodeas por detrás y por delante
y tienes puesta tu mano sobre mí;
una ciencia tan admirable me sobrepasa:
es tan alta que no puedo alcanzarla.
¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu?

¿A dónde huiré de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú;
si me tiendo en el Abismo, estás presente.
Si tomara las alas de la aurora
y fuera a habitar en los confines del mar,
también allí me llevaría tu mano

y me sostendría tu derecha.


Evangelio según San Lucas 17,1-6.

Jesús dijo a sus discípulos: "Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona!
Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños.
Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo.
Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: 'Me arrepiento', perdónalo".
Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe".
El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
A la luz de la fe (Jésus Christ notre Résurrection, Cerf, 1980), trad. sc©evangelizo.org


¡Ilumíname con la luz de la santísima fe!

¡Oh Abismo! ¡Deidad eterna! ¡Océano sin fondo! ¿Puedes darme más todavía que darte tú mismo? Eres el fuego que arde siempre y nunca se apaga. Eres el fuego que consume el amor propio del alma. Eres el fuego que funde el hielo. Iluminas. A tu llama he conocido la Verdad.
Eres la luz más allá de toda luz, que aclara sobrenaturalmente la mirada de la inteligencia, con tanta abundancia y tanta perfección, que esclareces la luz de la fe. En esta fe, veo que mi alma tiene la Vida y en esta luz te recibo, oh Luz. Con la luz de la fe, poseo la sabiduría en la sabiduría del Verbo. Con la luz de la fe, soy fuerte, constante y perseverante. Con la luz de la fe, espero y no desfallezco en camino. Esta luz me enseña la verdadera vía, sin ella iría hacia las tinieblas. Por eso te suplico, Padre eterno, ilumíname con la luz de la santísima fe. (…)
Oh Trinidad eterna, en la luz que me has dado, con la santísima fe, he conocido el camino de la gran perfección. Me la has mostrado para que te sirva en la luz y no en las tinieblas. Para que sea un reflejo de buena y santa vida y me arranque por fin a la miserable existencia que llevo, por falta mía, en la tiniebla. (…) Revísteme, oh Verdad eterna, revísteme de ti, para que mi vida mortal transcurra en la obediencia verdadera y en la luz de la santísima fe, con la que has embriagado mi alma.   (EDD)

Reflexión sobre la pintura al fresco

Este año, al celebrar la memoria de San León Magno, y por primera vez desde la elección del Papa León XIV a principios de este año, es oportuno recordar quién fue el primer Papa León. León I (c.400-461), obispo de Roma desde el año 440 hasta su muerte, fue el primer Papa llamado "el Grande" (le seguiría Gregorio I "el Grande" (590-604)). Su liderazgo se produjo durante un periodo de gran agitación. El Imperio Romano de Occidente se derrumbaba, la teología sufría ataques y las invasiones bárbaras amenazaban a la Cristiandad. León se distinguió como un gran y sabio defensor de la fe, un magistral administrador de la Iglesia y un valiente pacificador.


Una de las imágenes más perdurables del papado de León está plasmada en nuestro fresco de Rafael titulado El encuentro de León el Grande y Atila, pintado en 1514 en la Stanza di Eliodoro del Palacio Apostólico, en la Ciudad del Vaticano. El fresco representa el legendario encuentro que tuvo lugar en el año 452 d.C., cuando León se reunió con Atila el Huno a las afueras de Roma y le persuadió de que diera marcha atrás en su invasión, un acontecimiento que reforzó el papel del Papa no sólo como líder espiritual, sino también como protector de la ciudad de Roma. En la escena de Rafael, León cabalga confiado, flanqueado por cardenales, mientras los santos Pedro y Pablo aparecen en el cielo, portando espadas en milagrosa defensa de la Iglesia. La composición combina magistralmente el poder temporal y el espiritual.


Rafael sólo tenía 30 años cuando pintó este cuadro. Rafael, nacido Raffaello Sanzio en Urbino en 1483, fue uno de los grandes maestros del Renacimiento italiano. Formado primero por su padre y después por Perugino, Rafael ganó fama rápidamente en Florencia por sus luminosas Madonas y sus equilibradas composiciones. Su reputación pronto llegó al Papa Julio II, que le invitó a Roma hacia 1508 para decorar los aposentos papales en el Palacio Vaticano. Allí, Rafael creó sus obras más célebres -las Stanze di Raffaello-, entre ellas La Escuela de Atenas, La Disputa y el fresco actual El Encuentro de León Magno y Atila. Estos frescos le consagraron como el pintor más importante de la corte papal y uno de los artistas más destacados del Alto Renacimiento. Trágicamente, Rafael murió repentinamente en 1520, el Viernes Santo, con sólo 37 años, dejando tras de sí una obra extraordinaria por su belleza.


Al celebrar hoy la fiesta de San León Magno, se nos recuerda la fortaleza, sabiduría y fidelidad que todo Papa está llamado a encarnar para guiar a la Iglesia a través de los desafíos del mundo. Como San León I, nuestro nuevo Papa León XIV asume su ministerio en un momento en que el mensaje de Cristo puede verse fácilmente ahogado por el ruido de los conflictos políticos y culturales. La misión sigue siendo la misma: proclamar el Evangelio con claridad, compasión y valentía. Recemos, pues, hoy por el Papa León XIV, para que su servicio contribuya a acercar nuestro mundo a la luz y al amor de Cristo.

by Padre Patrick van der Vorst

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