Así lo expresó el Papa en la misa del Primer Domingo de Adviento en Estambul.

León XIV saluda a los fieles en el Volkswagen Arena de Estambul.
La tercera jornada de León XIV en Turquía concluyó este sábado con la misa del Primer Domingo de Adviento, que celebró en el Volkswagen Arena de Estambul. Entre los presentes en lugar destacado, tanto durante la liturgia como en la procesión de entrada, estuvo Bartolomé, el Patriarca de Constantinopla, en un gesto de unidad que devolverá el Papa el domingo con su asistencia a la liturgia divina en la Iglesia Patriarcal de San Jorge, el lugar donde ambos firmaron una declaración conjunta ecuménica.
Dado que la primera lectura de la misa recoge un texto del libro de Isaías convocando a todos los pueblos a subir al monte del Señor, el Papa empezó su homilía comentando algunas de las imágenes sugeridas en ese párrafo bíblico como forma de meditar "sobre nuestro ser Iglesia".
"Monte elevado sobre la cima de los montes"
La imagen de un monte elevado sobre los demás muestra "que los frutos de la acción de Dios en nuestra vida no son un don sólo para nosotros, sino para todos", pues "la belleza de Sión, ciudad en la montaña... es signo de luz para hombres y mujeres de cualquier origen, nos recuerda que la alegría del bien es contagiosa".

Misa del Papa en el Volkswagen Arena de Estambul, correspondiente al Primer Domingo de Adviento.
Como ejemplo, señaló el de los apóstoles: San Juan Bautista acercó a San Juan Evangelista al Señor, y lo hizo junto a San Andrés, quien a su vez arrastró a su hermano San Pedro.
Todo ello es "una invitación a renovar en la fe la fuerza de nuestro testimonio", porque "el encanto de la santidad (es) un signo más elocuente que muchos milagros". Decía San Juan Crisóstomo, recordó el Papa, que “el prodigio fue y pasó, pero la vida cristiana permanece y edifica continuamente”.
- La misa del Papa este sábado, en un minuto.
Por tanto, "si realmente queremos ayudar a las personas con las que nos encontramos, vigilemos sobre nosotros mismos". ¿Cómo? "Cultivemos nuestra fe con la oración, con los sacramentos, vivámosla coherentemente en la caridad, desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos con la armadura de la luz". Pues "el Señor, a quien aguardamos glorioso al final de los tiempos, viene cada día a llamar a nuestra puerta. Estemos preparados con el compromiso sincero de una vida buena".
"Un mundo en el que reina la paz"
"¡Con qué urgencia percibimos hoy esta llamada! ¡Cuánta necesidad de paz, de unidad y de reconciliación hay a nuestro alrededor, y también en nosotros y entre nosotros! ¿Cómo podemos contribuir a responder a esta exigencia?", se preguntó el pontífice.
En este punto, León XIV reiteró el símil que usó el jueves en la Biblioteca Nacional de Ankara, cuando acudió al logotipo del viaje, que es el puente que cruza el estrecho del Bósforo.
Son ahora tres puentes, en realidad, que son "tres grandes estructuras de comunicación, intercambio y encuentro; imponentes a la vista, pero tan pequeñas y frágiles si se comparan con los inmensos territorios que conectan".
Esto nos hace pensar, añadió, en que la importancia de nuestros esfuerzos por la unidad discurren en tres niveles: "Dentro de la comunidad, en las relaciones ecuménicas con los miembros de otras confesiones cristianas y en el encuentro con los hermanos y hermanas que pertenecen a otras religiones".
Hay que "cuidar estos tres puentes", apuntó, "reforzándolos y ampliándolos de todas las formas posibles".
- El primero son las cuatro tradiciones litúrgicas (latina, armenia, caldea y siria) que conviven en el ámbito católico "cada una de las cuales aporta su propia riqueza espiritual, histórica y de experiencia eclesial". En ese sentido, "compartir estas diferencias puede mostrar de manera eminente uno de los rasgos más bellos del rostro de la Esposa de Cristo: el de la catolicidad que une". Pues "la unidad que se consolida en torno al altar es un don de Dios y, como tal, es fuerte e invencible, porque es obra de su gracia".

León XIV y Bartolomé I, Patriarca ortodoxo de Constantinopla, han multiplicado a lo largo de los dos últimos días sus gestos de sintonía.
- El segundo puente es la perspectiva ecuménica, pues "la misma fe en el Salvador" nos une "con todos los hermanos y hermanas que pertenecen a otras Iglesias cristianas". Uno de los promotores de ese camino fue San Juan XXIII, recordó el Papa Prevost, muy vinculado a Turquía porque entre 1935 y 1945 fue administrador del Vicariato Latino de Estambul.
- Y el tercer "vínculo" es "el que nos une a los miembros de comunidades no cristianas": "Vivimos en un mundo en el que, con demasiada frecuencia, la religión se utiliza para justificar guerras y atrocidades", dijo, y por eso "queremos caminar juntos, valorando lo que nos une, derribando los muros del prejuicio y la desconfianza, favoreciendo el conocimiento y la estima mutua" para convertirnos en "artífices de paz".
Retomando la imagen del puente que salva dos continentes, el Papa concluyó su homilía pidiendo que "mantengamos siempre la mirada fija en sus orillas, para amar con todo el corazón a Dios y a los hermanos, para caminar juntos y poder encontrarnos todos, algún día, en la casa del Padre".
ReL

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