
"Sí, podemos cantar: 'Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana que muere en cuerpo y alma'", declaró el Papa León XIV el 3 de noviembre de 2025, durante la Misa de Réquiem por el Papa Francisco y por todos los cardenales y obispos fallecidos ese año. Más de seis meses después del fallecimiento del Papa argentino, su sucesor oró por su alma, recordando que había "vivido, dado testimonio y enseñado" la esperanza cristiana de la vida eterna.
Cada año, en los días posteriores al 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, el Papa celebra una misa en el Vaticano por todos los cardenales y obispos fallecidos en los últimos doce meses. Este año, la lista incluyó a 8 cardenales, 134 arzobispos y obispos, además del Papa Francisco, quien falleció el 21 de abril de 2025.
"Oh Dios, que llamaste a tus siervos, el Papa Francisco, los cardenales y los obispos, al orden episcopal entre los sucesores de los apóstoles, concédeles también participar de su comunión eterna", recitó León XIV en latín al inicio de esta misa particularmente solemne. Unos sesenta cardenales y obispos participaron en la ceremonia, celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro.
En su homilía, el Papa volvió a referirse al “alma elegida” del Papa argentino, recordando que murió pocos meses después de abrir la Puerta Santa (el 24 de diciembre de 2024) y el día después de Pascua, tras dar su bendición al mundo.
En estas circunstancias históricas, marcadas por el Jubileo, León XIV consideró que esta Misa de Réquiem por los pastores difuntos tenía "un sabor particular: el de la esperanza cristiana". El Papa enfatizó que los discípulos de Jesús —cuyos sucesores en la Iglesia Católica son considerados los obispos— experimentaron una "nueva esperanza" en la Resurrección.
La muerte, la hermana "domesticada"

Esta “esperanza pascual”, afirmó el pontífice, a veces puede malinterpretarse, especialmente cuando se enfrenta a una “muerte violenta que golpea a los inocentes”. “¿Cuántas personas —cuántos ‘pequeños’— siguen sufriendo hoy el trauma de esta muerte atroz, desfigurados por el pecado?”, lamentó.
León XIV afirmó que Dios "no quiere" esta muerte y que "envió a su propio Hijo al mundo para librarnos de ella". Subrayó que el sacrificio de Jesús en la cruz nos permite tener esperanza "más allá del horizonte terrenal", orientando a la humanidad hacia Dios, "esa altura y esa profundidad desde donde el Sol se elevó para iluminar a quienes se encuentran en tinieblas y en la sombra de la muerte".
El Papa recordó que los cristianos, fortalecidos por esta esperanza en la vida eterna, de hecho han llamado a los lugares de sepultura "cementerios", palabra derivada del griego koimētērion y que originalmente significa "dormitorio". "El amado Papa Francisco y sus hermanos cardenales y obispos, por quienes hoy ofrecemos el sacrificio eucarístico, han vivido, dado testimonio y enseñado esta nueva esperanza de la Pascua", afirmó.
"Así que sí, podemos cantar: 'Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal'", declaró León XIV, citando el Cántico de las Criaturas de san Francisco de Asís, cuyo nombre había adoptado su predecesor. "El amor de Cristo crucificado y resucitado ha transfigurado la muerte: de enemiga, se ha convertido en hermana; la ha domado", concluyó.
I.Media, Aleteia
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