De padre estadounidense y madre mexicana, Tomás Ream es un católico ferviente que vive en el área de Houston. De su matrimonio con Ivonne, su esposa desde hace 29 años, tuvo dos hijos, y llevaban una vida de piedad y compromiso cristiano.
Separación y divorcio
Tomás cuenta en una entrevista para Aleteia: "Tuvimos una crisis matrimonial en 2009, con separación y divorcio. Yo nunca consideré efectivo ese divorcio porque mi matrimonio con ella es por toda la vida. Y (cuando) yo se lo decía, a ella le molestaba".
"Sabía que a través de ella yo debía lograr mi santidad, y ella a través mío; así que luché por esa responsabilidad que Dios me había dado al haber recibido el sacramento del Matrimonio".
Por ese motivo, Tomás jamás pensó tramitar la nulidad: "Me casé con todo el conocimiento en mi mente y en mi corazón; no había duda de que el mío era un matrimonio válido ante Dios".
Entidad extraña
Explica: "Dios me dio la capacidad de seguir viendo muy dentro de ella a la mujer con la que me había casado, aunque reflejaba en el exterior a una persona que yo no conocía. Literalmente se sentía que era otra entidad".
"El demonio estuvo presente, y le puso a Ivonne tentaciones en las que ella abrió puertas, pues había una influencia muy marcada, una entidad diabólica en nuestro hogar".
Dicha entidad preternatural también estaba ligada a su vivienda: "En esa casa se sentía una presencia tal que hasta te daban ganas de vomitar cuando estabas ahí. No puedo decir que había una posesión, pero sí una influencia muy fuerte".
Un esposo presente
En esos momentos, Tomás veía que su esposa atravesaba por una depresión. "Buscaba ayudarla y llegaba a ser bastante exigente; le decía: '¿Cómo es posible que no te puedas levantar de la cama?'. La presioné, y eso contribuyó a que se fuera. Yo era muy exigente con el orden, y ella me decía que era un controlador".
Las presiones legales llegaron a un punto en que Tomás tuvo que ceder al divorcio; pero puso toda su esperanza en Dios, asistiendo todos los días a Misa y rogando al Señor que abriera los ojos de su esposa para que viera el camino a la felicidad.
Ivonne, por su parte, había buscado hacer una familia nueva con sus hermanos, pero no era feliz; tampoco cuando llegó a tener otro amor.
Lo que Tomás tuvo que hacer para reconquistar a su esposa fue responsabilizarse de lo que le correspondía. "Me puse a buscar mis errores y a hacer los cambios necesarios, aunque ella no estuviera presente ni tuviera la intención de volver conmigo".
Además, nunca se desapareció de la vida de su esposa. "Siempre estaba presente en Navidad y en los cumpleaños; aunque ella no quería, yo estaba ahí; aunque no le gustara, nunca dejé de ser un esposo presente".
En total, estuvieron separados durante cinco años; en los que Ivonne le decía a la Virgen que no podía vivir sola, que necesitaba un esposo como san José. Y, en respuesta, la Madre de Dios le ponía la imagen de Tomás en su corazón, como diciéndole: "¿Para qué buscas un esposo, si ya tienes uno?", y "¿Cómo vas a casarte con otra persona, si ya estás casada?".
Reconquista
Finalmente, los esfuerzos de Tomás por la reconquista funcionaron. La invitó a cenar en un nuevo mirador de un hotel para celebrar su cumpleaños. Aunque ella todavía no estaba muy convencida, acepto su invitación. "Cuando llegamos, yo le tenía flores en la suite nupcial, una botella de champagne y música del vals de cuando nos casamos", cuenta Tomás.
"Empezó a llorar, y no dejaba de decirle a Dios, pero también a mí: '¿Por qué me haces esto?', como si la estuviéramos haciendo sufrir. Yo solo le estaba mostrando que ella seguía siendo mi esposa. La abrazaba, la consolaba y sutilmente bailaba con ella el vals. Finalmente ella soltó el cuerpo, y en ese momento se salió aquella presencia que traía, y entonces me dijo que sí".
Jesús V. Picón, Aleteia
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