Augustin cumplirá 19 años el 24 de julio. Su juventud no le ha impedido llevar a cabo un gran proyecto: llegar a Roma a pie desde el Paso del Gran San Bernardo por la Vía Francígena. "Siempre he querido seguir una de las grandes rutas del cristianismo: Santiago de Compostela, Jerusalén o Roma", explica el joven. El año jubilar y la posibilidad de cruzar las puertas santas finalmente lo convencieron.

Nacido en Suiza, en Morges, un pueblo a orillas del lago Lemán, Augustin es el tercero de tres hijos. Apasionado por la geopolítica y la historia, y más concretamente por la historia del cristianismo, estudia relaciones internacionales en Ginebra. Ex scout europeo, este no es su primer reto. El año pasado realizó una excursión en solitario de tres semanas por los Balcanes. "Continúo con esta tradición, heredada de mis muchos años como scout, de vivir una pequeña aventura cada verano", afirma.

Tras dejar el Paso del Gran San Bernardo el 16 de junio, con la tienda a cuestas, recorrió la Vía Francígena durante mil kilómetros. La soledad no le pesaba. "Buscaba la idea de caminar solo, pero en realidad es una soledad relativa porque me encontré con mucha gente por el camino y no imaginaba tantas instalaciones de acogida para peregrinos".
Tampoco oculta las dificultades del camino: el calor abrasador del principio, la soledad, los altibajos... Al llegar a Roma el 21 de julio, expresó primero un "gran orgullo" por haber alcanzado su meta. "Llegué a la Plaza de San Pedro a tiempo para la Misa en la basílica, ¡fue fantástico!".
"Lo hice por Dios, ¡no creo que a Dios le importe mucho si me quedo en el Jubileo o no!"
Permanecerá tres días en la Ciudad Eterna, que visita por primera vez, y luego se reunirá con su familia en Suiza, sin participar en el Jubileo de la Juventud. "No puedo participar en el Jubileo de la Juventud; me hubiera gustado quedarme, pero lo que me importa es que hice esta peregrinación durante el año jubilar. Y lo hice por Dios; ¡no creo que a Dios le importe mucho si me quedo para el Jubileo o no!", exclama con razón el joven.
Un testimonio sagrado de fe
Su madre, Charlotte, destaca su madurez y determinación en su camino de fe. "Lo admiro, estoy muy orgullosa de él y estoy un poco preocupada. Durante esos días, cuando no estábamos muy conectados, lo dejamos encontrar su propio camino, pero en el fondo, yo estaba en paz porque sabía que Augustin estaba protegido", confiesa.

Cuando le preguntan a Augustin sobre su motivación para peregrinar solo, el joven da un testimonio sagrado de fe. "Este año, al empezar la universidad, entré en un mundo diferente, bastante anticlerical", explica. "Dejé el escultismo y quise reencontrar este ambiente de oración, en definitiva, como reacción al universo en el que me desenvolví este año". Un año que le hizo plenamente consciente de su fe católica y de la misión a la que está llamado como bautizado.
"Me di cuenta de que tener fe era una gran oportunidad; me fortaleció, y el hecho de estar un poco solo en un entorno que había abandonado la fe despertó en mí cierta motivación para la misión, el deseo de perpetuar la fe en un mundo que la niega", testifica.
Augustin tiene grandes planes por delante. Primero, planea completar su licenciatura. Después de terminarla, planea completar el servicio militar obligatorio en Suiza, que dura cuatro meses, antes de unirse a la Guardia Pontificia durante dos años. Después, planea obtener una maestría en Derecho Internacional.
Mathilde De Robien, Aleteia
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