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martes, 29 de julio de 2025

Evangelio del día - Memoria de los santos Marta, María y Lázaro


 

Epístola I de San Juan 4,7-16.

Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él.
Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros.
Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros.
La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu.
Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo.
El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.


Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9.10-11.

Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: El me respondió
y me libró de todos mis temores.

Miren hacia El y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
El lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en El se refugian!

Teman al Señor, todos sus santos,
porque nada faltará a los que lo temen.
Los ricos se empobrecen y sufren hambre,
pero los que buscan al Señor no carecen de nada.


Evangelio según San Juan 11,19-27.

Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.
Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".
Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá;
y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".
Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Tratados sobre San Juan, 49,15


“Quien cree en mí, vivirá.”

“El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.” ¿Qué hay que decir a esto? Quien cree en mí, aunque haya muerto como Lázaro, vivirá, porque Dios no es un Dios de muertos sino de vivos. Refiriéndose a Abrahán, Isaac, Jacob, los patriarcas muertos hace mucho, Jesús había dado a los judíos la misma respuesta: “Soy el Dios de Abrahán, de Isaac, de Jacob, no un Dios de muertos sino de vivos, porque todos viven gracias a él.” (cf Lc 20,38) Cree, pues, y cuando hayas muerto, no obstante, vivirás. Pero si no crees, aunque vivas, estás realmente muerto... ¿De dónde viene la muerte del alma? De la ausencia de la fe. ¿De dónde viene la muerte del cuerpo? De la ausencia del alma. El alma de tu alma es la fe.
“El que cree en mí, aunque haya muerto en su cuerpo, vivirá en su alma, hasta que el cuerpo mismo resucite para no morir ya más. Y todo el que vive en la carne y cree en mí, aunque tenga que morir según su cuerpo, no morirá por toda la eternidad, gracias a la vida del Espíritu y de la inmortalidad de la resurrección.”
Esto es lo que Jesús quiere decir en su respuesta a Marta...”¿Crees esto?” “Sí, Señor, le responde, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que venir a este mundo. Creyendo esto, creo que tú eres la resurrección, creo que tú eres la vida, creo que quien cree en ti, aunque muera, vivirá, creo que aquel que vive y cree en ti, no morirá por toda la eternidad.” (EDD)

Reflexión sobre los dos paneles pintados

El 26 de enero de 2021, el Papa Francisco decretó la inclusión de los Santos Marta, María y Lázaro en el Calendario Romano General, sustituyendo la anterior celebración de Santa Marta sola. Hoy honramos a esta familia, que fue muy amiga de Jesús. La Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos declaró en su decreto de 2021, "En la casa de Betania, el Señor Jesús experimentó el espíritu familiar y la amistad de Marta, María y Lázaro. Por eso, el Evangelio de Juan afirma que Él los amaba. Marta le ofreció generosamente su hospitalidad, María escuchó atentamente sus palabras y Lázaro salió rápidamente del sepulcro a la orden del que venció a la muerte."

Las dos tablas de Ludovico de Donati, de hacia 1508, representan escenas de los tres hermanos. El panel de la izquierda muestra a los príncipes de Provenza saludando a María, Marta y Lázaro. El panel de la derecha muestra a María escuchando atentamente el sermón de Cristo, de pie en el púlpito. Ludovico de Donati fue un pintor italiano activo a finales del siglo XV y principios del XVI, asociado a la escuela veneciana. Aunque no tan conocido como sus contemporáneos, sus obras reflejan el estilo de transición entre el gótico tardío y el Renacimiento temprano.

La poderosa lectura del Evangelio de hoy incluye una de las declaraciones más profundas de Cristo: "Yo soy la resurrección y la vida". Estas palabras, dirigidas a su querida amiga Marta, encierran la esencia de nuestra fe. Junto con ella, podemos afirmar: "Sí, Señor, creo que tú eres la resurrección y la vida".

by Padre Patrick van der Vorst

Oración

Tú, oh Creador, eres nuestro socorro; en tiempos de oscuridad,
eres el sol que alumbra nuestro camino;
en esos momentos de sed espiritual que debilitan nuestro espíritu,
tu vienes a nosotros cual lluvia refrescante y vivificadora, y renuevas nuestro espíritu marchito.

Si Dios es con nosotros, ¿Quién contra nosotros? ¿De quién temeremos si tu estas entre nosotros?
Tu mirada está siempre sobre nosotros y conoces nuestras luchas y agonías
antes que nosotros las experimentemos. ¡Y te compadeces de tu pueblo!
Enséñanos como ser discípulos y discípulas fieles y a confiar plenamente en ti.
Ayúdanos a crecer en la fe, en esa que quizás todavía está débil necesita madurar en ti, hasta que tu voluntad y la nuestra sean una.
En el nombre de Jesucristo quien creció en gracia y sabiduría delante de ti.

Amén.

(resourceum)

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