
El ser humano está hecho para Dios. Pero cuando se hace consciente de esa realidad, entiende que no puede pasar la vida sin conocerlo y sin entablar una relación personal con Él. Por eso, saber que existen tres niveles de oración le ayudarán para que su alma y su familia florezcan.
¿Qué es la oracion?
Orar le permite al cristiano hablar con Dios y, en un primer momento, pedirle lo que necesita. El Catecismo de la Iglesia católica cita a santa Teresita del Niño Jesús:
"Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría" (CEC 2558).
De este modo, la persona puede abrirse en tres niveles: en la oración individual, en la oración familiar y la oración en pareja.
1La oración individual
Cuando hablamos con Dios nos abrimos a su gracia. Dios nos escucha y desea que expongamos lo que nuestro corazón desea, lo que el alma anhela. No porque no lo sepa, por supuesto, sino para que nos convenzamos de que necesitamos su ayuda.
El Papa Benedicto XVI dijo durante su catequesis del Ángelus del 4 de marzo de 2007 lo siguiente:
"Queridos hermanos y hermanas, la oración no es algo accesorio, algo opcional; es cuestión de vida o muerte. En efecto, solo quien ora, es decir, quien se pone en manos de Dios con amor filial, puede entrar en la vida eterna, que es Dios mismo".
En el nivel individual, cada persona se encuentra cara a cara con Dios, sin obstáculos ni pretextos. Su alma se dispone a lo que Dios desea para él. Enseña san Juan Damasceno:
“La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (CEC 2559).
Por eso, debemos orar con todo nuestro ser, para que la oración dé fruto y el alma se perfeccione:
"Es el corazón el que ora. Si este está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana" (CEC 2562).
2La oración en familia
Sea en la familia de origen o en la que se construye dentro del matrimonio, la oración debe ocupar una parte importante en el día. Dios debe ser el centro de la Iglesia doméstica. Dice el Catecismo de la Iglesia católica:
"La familia cristiana es el primer lugar de la educación en la oración. Fundada en el sacramento del Matrimonio, es la 'iglesia doméstica' donde los hijos de Dios aprenden a orar 'como Iglesia' y a perseverar en la oración" (CEC 2685).
La confianza dentro de la familia debe fomentarse a diario, comenzando con la oración al despertar, al tomar los alimentos, al salir a las actividades diarias y al retirarse a descansar.
Y qué bueno sería que se acostumbrara a rezar el santo Rosario. Muchos grandes santos se formaron cobijados por María Santísima, mientras su madres o abuelas repasaban las cuentas y recitaban el Ave María.
3La oración en pareja
Si el matrimonio es la vocación que Dios regala, es fundamental que ambos sean cristianos católicos. Si no se está de acuerdo en la fe, lo demás será sumamente difícil sobrellevarlo. Y la razón está en que no hay nada más importante que Dios. Por eso, desde el inicio de la relación, deben ponerse de acuerdo para aprender a orar juntos.
El libro de Tobías tiene un hermoso ejemplo:
"Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: 'Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste su misericordia y su salvación'. Ella se levantó, y los dos se pusieron a orar para alcanzar la salvación" (8, 4-5).
Todo lo que se ofrece a Dios florece bellamente. Si ambos piden por su relación, y después por su matrimonio y familia, todos los problemas encontrarán pronta solución. Dios no defrauda nunca.
Que la oración en estos tres niveles sea convierta en el eje principal de nuestra vida para que nunca perdamos de vista nuestra meta eterna.
Mónica Muñoz, Aleteia
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