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miércoles, 30 de julio de 2025

Evangelio del día


 

Libro del Exodo 34,29-35.

Cuando Moisés bajó de la montaña del Sinaí, trayendo en sus manos las dos tablas del Testimonio, no sabía que su rostro se había vuelto radiante porque había hablado con el Señor.
Al verlo, Aarón y todos los israelitas advirtieron que su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de acercarse a él.
Pero Moisés los llamó; entonces se acercaron Aarón y todos los jefes de la comunidad, y él les habló.
Después se acercaron también todos los israelitas, y él les transmitió las órdenes que el Señor le había dado en la montaña del Sinaí.
Cuando Moisés terminó de hablarles, se cubrió el rostro con un velo.
Y siempre que iba a presentarse delante del Señor para conversar con él, se quitaba el velo hasta que salía de la Carpa. Al salir, comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado,
y los israelitas veían que su rostro estaba radiante. Después Moisés volvía a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba de nuevo a conversar con el Señor.


Salmo 99(98),5.6.7.9.

Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
adórenlo ante el estrado de sus pies.
¡Santo es el Señor!
Moisés y Aarón, entre sus sacerdotes,

y Samuel, entre los que invocaban su Nombre,
clamaban al Señor y él les respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
ellos observaban sus mandamientos

y los preceptos que les había dado.
Glorifiquen al Señor, nuestro Dios,
y adórenlo en su santa Montaña:
el Señor, nuestro Dios, es santo.


Evangelio según San Mateo 13,44-46.

Jesús dijo a la multitud:
"El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;
y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle

San Nersés Shnorhalí (1102-1173)
patriarca armenio
Jesús, Hijo Único del Padre, IIº parte (SC 203. Jésus Fils Unique du Père, Cerf, 1973), trad. sc©evangelizo.org


El Reino de los Cielos y la perla fina

La búsqueda de tu perla
No realicé como el mercader,
No traté de ofrecer el amor de lo efímero
En intercambio por el Inmutable.
No vendí, según el mandamiento,
La concupiscencia de lo terrestre,
Con el fin de adquirir lo que es de un alto precio:
La Estrella de la mañana, nacida del Rocío.
Oh Tú que naciste de la Virgen, como una perla,
Dios y hombre, ambos sólo uno,
¡Haz que de tu amor divino
Yo sea el mendigo con corazón herido!
Abre mi cuarto nupcial, a mí que suspiro;
Entra en la habitación con el afecto del corazón,
Dame nuevamente tu morada
Y abrázame con fuerza.

(EDD)

Reflexión sobre el cáliz de plata dorada

Nuestra lectura del Evangelio nos habla de un hombre que descubre un tesoro escondido en un campo, una parábola que puede parecer poética, pero que en realidad es totalmente verosímil. Muchos de los artefactos más notables del mundo, que hoy se conservan en museos, fueron desenterrados de esta manera: inesperadamente, bajo tierra. Las excavaciones arqueológicas a menudo se planifican con precisión, pero una y otra vez la historia se ha revelado no gracias a un diseño erudito, sino al golpe accidental de una pala o el giro fortuito de un arado. Desde monedas enterradas hasta pergaminos antiguos, civilizaciones enteras han sido redescubiertas por personas que realizaban su trabajo cotidiano. La parábola de Jesús habría resonado profundamente entre sus oyentes, no sólo como una lección espiritual, sino como una posibilidad muy real. Y al igual que el hombre de la historia, nosotros también estamos invitados a reconocer que cuando tropezamos con el verdadero tesoro del Reino, merece la pena darlo todo para hacerlo nuestro.

Un ejemplo notable de descubrimiento accidental en un campo es el cáliz de Ardagh. El cáliz, junto con otros muchos objetos de metal de los siglos VIII y IX, fue hallado en un campo de patatas de Ardagh en 1868 por dos jóvenes de la localidad llamados Jim Quinn y Paddy Flanagan. Se considera uno de los mayores tesoros de la primitiva Iglesia irlandesa. Los dos hombres habían cultivado ingeniosamente patatas dentro de un fuerte anillado en Reerasta, cerca de Ardagh, para evitar los efectos del tizón de la patata de la Gran Hambruna Irlandesa. Cuando estaban cavando entre las raíces de un arbusto espinoso, dieron con algo duro. Así encontraron esta hermosa copa. Vendieron la copa al obispo de Limerick, el Dr. Butler, por 50 libras irlandesas. Más tarde, el obispo revendió el cáliz por 500 libras irlandesas a la Real Academia Irlandesa. Ahora se conserva en el Museo Nacional de Irlanda.

El tipo de cáliz se llama cáliz ministerialis,la vasija se fabricaba para dispensar la sangre eucarística a los fieles. Su diseño, incluso en la época de su fabricación, era algo anticuado y se basaba en modelos bizantinos comunes anteriores. Es de plata y está ricamente decorado con oro, bronce, esmalte y piedras semipreciosas. La artesanía es extraordinaria: incluye intrincados diseños celtas, paneles de filigrana y los nombres de los apóstoles inscritos en letra ornamentada alrededor de la base.

Jesús dice que el reino de los cielos puede ser como cuando alguien encuentra de repente un tesoro en un campo. Tal vez Jesús esté diciendo que mientras algunas personas encuentran a Dios tras una larga búsqueda, otras pueden tener un momento repentino de conversión. Ambas son formas hermosas de encontrar a Dios. El Señor puede encontrarnos en cualquier momento, de la nada, de forma totalmente inesperada.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración

Recemos la oración de San Nersés

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